Cada vez más caminos conducen a Big Data. Hace un tiempo hablábamos, en este mismo blog, de los estrechos lazos que unen al análisis de grandes volúmenes de datos con el devenir de disciplinas científicas como la genética o la astronomía, de asuntos tan cruciales como la sanidad pública o la seguridad, y de cuestiones de suma trascendencia para nuestro futuro colectivo como la educación —y, en concreto, el diseño de currículos escolares.
Las aplicaciones de Big Data parecen (y hasta cierto punto, lo son) prácticamente ilimitadas. Y no es solo que lo hayamos afirmado nosotros en anteriores ocasiones; el hecho de que el futuro más inmediato de Big Data se escribe, también, en las aulas deviene una realidad cada día más clara y patente.
El Big Data y mundo educativo: una relación de necesidad recíproca
La relación entre Big Data y educación no se establece de un modo unidireccional y unívoco, sino con una reciprocidad cada vez mayor. A diferencia de lo que sucede en otros sectores, en los que el avance en el desarrollo de nuevas soluciones para el análisis de grandes volúmenes de datos se produce parejo a la detección y surgimiento de nuevas necesidades, en el campo educativo la evolución es prácticamente simétrica.
Ciertamente, la evolución de las herramientas Big Data Analytics brinda oportunidades prácticamente inimaginables en la esfera educativa hace escasamente un lustro: diseño de currículos formativos ajustados a las realidades de los centros, detección de debilidades y fortalezas de los sistemas educativos, adecuación de los procesos de evaluación a necesidades cada vez más concretas y específicas... y, al mismo tiempo, esta evolución también propicia la aparición de nuevas opciones formativas relacionadas con la necesidad creciente de contar con profesionales aptos para el manejo, el análisis y la gestión de datos e informaciones.
Esta reciprocidad no es casual, y ni mucho menos banal. La convergencia entre ámbitos inicial y aparentemente tan dispares es producto de la necesidad, y se produce rompiendo con el patrón tradicional que mantiene el surgimiento de nuevas opciones formativas relacionadas con el ámbito de las TIC, que tradicionalmente sigue un esquema vertical en un sentido descendente: empieza por niveles universitarios y postuniversitarios, de alta especialización, llegando en algunos casos a alcanzar los grados de enseñanza media y secundaria, mediando años en este descenso.
Big Data ha conseguido penetrar en el ámbito de la enseñanza desde abajo, conviertiéndose en un término de manejo y uso cada vez más cotidiano en el mundo escolar y educativo; paralelamente, centros universitarios y escuelas profesionales de los signos más variados —incluyendo las dedicadas a la capacitación de personal docente a todos los niveles— apuestan con firmeza por el diseño de nuevas opciones formativas centradas en Big Data (o, al menos, con una marcada orientación en este sentido). El encuentro, pues, más que constatable, a día de hoy es ya irremisible.
No es de extrañar, por todo ello, que Big Data figure de un modo destacado en los planes docentes de los currículos educativos más allá de los especializados en tecnologías de la información y la comunicación, de los vinculados con el mundo empresarial y demás directamente relacionados con los mismos; se asienta cómodamente en todas las ramas del conocimiento, incluidas la pedagogía y las disciplinas más variadas de la educación, siendo una mera cuestión de tiempo que los profesionales surgidos de estos nuevos diseños curriculares lleguen a ocupar sus respectivos puestos de trabajo en centros de enseñanza, cerrando así en un círculo perfecto el camino andado por las necesidades de análisis y gestión surgidas en el ámbito de la enseñanza, por un lado, y el trazado por las posibilidades reales de cubrir estas necesidades por el otro.
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