Una vez definida la estrategia corporativa, llega el momento de afrontar un proceso tan crítico y fundamental como su concreción en un mapa de estrategia.
Sin embargo, se debe tener en todo momento muy presente que la importancia de un mapa estratégico para el devenir de cualquier empresa —y en una relación directamente proporcional, la magnitud de los retos que habrá que afrontar— no reside únicamente en un correcto diseño y elaboración del mismo, sino también, y sobre todo, en su implantación y desarrollo óptimos.
Para ello, es imprescindible que en el momento de realizar el mapa de estrategia se prevea, entre otras cuestiones, cómo se van a comunicar los cambios y las novedades que este implique a todos los miembros de la organización, dándolo a conocer de un modo suficientemente inteligible, claro y preciso con el objetivo de obtener un compromiso con el mismo rápido y sin fisuras por parte de todas las áreas y departamentos de la empresa.
El Cuadro de Mando Integral: el aliado imprescindible para implantar y desarrollar el mapa de estrategia
De entre todas las herramientas Business Intelligence que podemos implementar en un entorno corporativo, sin duda el Cuadro de Mando Integral (CMI) es la que mayores ventajas y facilidades aporta a la hora de comunicar, implantar y supervisar el desarrollo de un mapa de estrategia.
Sobre el CMI hemos hablado largo y tendido en este mismo blog, además de dedicarle una atención especial en la guía gratuita 12 claves para la definición de un Cuadro de Mando Integral la cual, como su mismo indica, aporta el conocimiento necesario para definir un CMI paso a paso —comprensión del CMI, planificación de objetivos, selección de indicadores clave de rendimiento, automatización...
Quedaba pendiente, sin embargo, redundar en las características y las funcionalidades del Cuadro de Mando Integral poniéndolas en relación con el contenido, la necesaria comunicación, y la consiguiente implantación y seguimiento del desarrollo del mapa de estrategia.
Respecto al contenido, en primer lugar hallamos los objetivos estratégicos, generalmente enunciados de forma escueta y concisa. Establecidos según las cuatro perspectivas Kaplan-Norton del CMI y debidamente relacionados con las mismas en el mapa de estrategia, los objetivos también se establecen según las líneas estratégicas predefinidas, las cuales servirán a los responsables de la misma para concretar qué objetivos prevalecen ante otros tanto en tiempo como en la relación causa-efecto que se establezca entre ellos (es decir, qué objetivos se deberán alcanzar en primer lugar para perseguir objetivos estratégicos de mayor alcance).
Finalmente, el resultado del cruce entre los objetivos estratégicos definidos según las 4 perspectivas del CMI (y que, por lo tanto, serán claves en el proceso de definición del cuadro de mando) y los objetivos derivados del desarrollo de las líneas estratégicas de la corporación (que entre otras funciones, evidencian las relaciones causa-efecto) será el que, en último término, servirá para completar el mapa de estrategia que deberá ser comunicado al resto de la organización, desarrollado y supervisado desde el Cuadro de Mando Integral.
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