Frecuentemente, cuando hablamos de reporting financiero pensamos en complejos informes elaborados por las correspondientes (y ajetreadas) áreas y departamentos de grandes estructuras empresariales. Y por supuesto que en muchas ocasiones esta imagen se corresponde con la realidad, pero en muchas otras (seguramente la mayoría), la escena es mucho más simple y cercana a la realidad del tejido empresarial.
Si tenemos en cuenta que un reporte financiero es una herramienta de gestión, un instrumento de negocio y no una mera recopilación de datos con fines meramente estadísticos, si advertimos la incuestionable funcionalidad práctica del reporting financiero no costará entender que se trata de algo integrado en la cotidianidad de todo tipo de compañías, inclusive y muy especialmente la de pequeñas y medianas empresas.
El reporting financiero en las PYMEs
Hemos visto en anteriores ocasiones que los principales objetivos del reporting financiero son, por un lado, ofrecer una visión real y actualizada del estado financiero de la compañía (desempeño de las inversiones realizadas, activos, facturación, costes, beneficios...), y por el otro realizar previsiones a corto, medio y largo plazo que permitan orientar adecuadamente la toma de decisiones (elaboración de partidas presupuestarias, previsión de nuevas inversiones, análisis de oportunidades financieras y valoración de las potencialidades reales de la organización...).
Evidentemente esto es (y debe ser) aplicable a todas las organizaciones empresariales, con independencia de su tamaño y volumen de facturación; a la escala pertinente, claro está, pero a menudo olvidamos que en muchas PYMEs estas tareas no las llevan a cabo departamentos específica y exclusivamente dedicados a las finanzas, sino que recaen bajo la responsabilidad de ejecutivos que en escasas ocasiones disponen de los recursos y los conocimientos necesarios para llevarlas a cabo del modo más óptimo, con los riesgos y la pérdida de oportunidades de negocio que esto representa.
No es la primera vez que subrayamos la importancia del Business Intelligence para las PYMEs, y hoy debemos volver a recordar este alegato. El BI, y muy especialmente las herramientas de análisis de datos y gestión de la información, junto a otras de una centralidad incuestionable como el Cuadro de Mando Integral ofrecen, a las PYMEs la oportunidad de facilitar, simplificar y agilizar tareas tan complejas como el reporting financiero.
Adaptando los principios generales del reporting a las necesidades y la envergadura de la compañía, el conjunto de ventajas que conlleva un adecuado control financiero de la misma son predicables de un modo prácticamente universal para todo tipo de organizaciones. Toda empresa debe conocer el estado real de sus cuentas, poder detectar fugas y pérdidas antes de que se conviertan en un escollo crítico para la organización, estar permanentemente informada y en situación de rendir cuentas sobre sus inversiones o, entre otros asuntos, estar preparada para dar una respuesta adecuada financieramente hablando a los obstáculos y las oportunidades que se abran en el horizonte.
Para profundizar en estas y otras cuestiones relacionadas, recomendamos la guía 12 buenas prácticas del reporting financiero, un recurso descargable y disponible completamente gratis en nuestra sección de ebooks.
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