La fase de transformación, el momento en que se lleva cabo la conversión de los datos, persigue prepararlos para llegar a la fase carga en condiciones óptimas. Se trata de minimizar el riesgo y, por ello, la ejecución de todos los pasos que comprende esta etapa se considera de importancia crítica. Contar con las garantías necesarias implica evitar:
- Faltas de precisión.
- Incorrecciones, lagunas y duplicidades.
- Errores de otros tipos.
La migración de datos puede venir motivada por la fusión de dos empresas, por el paso de un sistema antiguo a uno más moderno o por el inicio de una relación de outsourcing, entre otras. Sea cual sea el origen de la necesidad, la finalidad es siempre poder disponer del valor que los datos encierran, en condiciones de integridad, veracidad y completitud, para que su usabilidad no se vea perjudicada por el traslado sino, en todo caso, enriquecida.
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Durante la transformación se deben evitar, en la medida de lo posible, las interacciones manuales con los datos. Hay que priorizar la automatización, por su objetividad, exhaustividad y rapidez; y por ello, en el momento de producirse la transformación de los datos se deben tomar decisiones que afectarán invariablemente a toda la migración y sus resultados. En este sentido, es necesario:
- Actuar con garantías de calidad.
- Conocer las reglas de negocio.
- Contar con el asesoramiento de los propietarios de los datos.
- Comprender cuáles son los requerimientos de los datos en destino.
Sin embargo, la experiencia en procesos de este tipo plantea otras necesidades, que deben ser tenidas en cuenta si se quiere culminar con éxito esta etapa de conversión. Los requisitos mencionados aluden al modo y momento de efectuar las transformaciones.
La forma correcta de hacerlo es actuando sobre datos reales, provenientes del entorno operativo y haciéndolo de manera temprana. Al introducir las conversiones con premura se consigue una referencia de gran valor para la planificación de las etapas posteriores y para las tareas de control. La última precisión a tener en cuenta tiene que ver con el ritmo de conversión, que ha de procurar mantenerse lo más elevado posible y en constante actualización, para que, a través de sus repeticiones, se alcance una desviación mínima y un ajuste idóneo.