Cada vez falta menos para la plena entrada en vigor de la nueva normativa europea para el sector de los seguros y reaseguros, Solvencia II, con el pistoletazo de salida definitivamente establecido el 1 de enero de 2016.
Durante los últimos años, distintas revisiones y directivas complementarias han matizado, corregido y ampliado los requisitos de la nueva normativa, respetando en esencia los 3 pilares originales que la conforman, correspondientes respectivamente a los tres grandes objetivos perseguidos por la misma: mejorar los requerimientos de análisis y cuantificación de riesgos, establecer y estandarizar mecanismos de supervisión y autoevaluación, y exigir unos requisitos mínimos en materia de información y transparencia sobre las operaciones que las aseguradoras lleven a cabo.
En anteriores ocasiones hemos analizado con cierto detalle los tres pilares de Solvencia II, visibilizando los principales retos que las compañías de seguros deberán afrontar para adaptarse al nuevo contexto normativo y, al mismo tiempo, destacando los beneficios que la normativa aportará al sector, tanto a empresas como a consumidores.
Entre estas ventajas destaca, sin duda, la oportunidad única que propicia Solvencia II para actualizar los procesos internos de análisis y gestión, alentada por una exigencia legal que obligará a las compañías de seguros y reaseguros a dotarse de las necesarias herramientas de reporting, entre otras, para cumplir con los requisitos establecidos por la Directiva.
El reporting en Solvencia II: un aspecto clave
Para conocer con más detalle las claves de la nueva Directiva Solvencia II, resulta altamente conveniente contar con recursos como la guía Los 3 pilares de Solvencia II: Risk Analytics, Risk Governance, Risk Reporting, disponible completamente gratis en nuestra sección de formación. En esta guía se destacan los aspectos más relevantes de la nueva normativa, las ventajas y los retos que comporta (entre ellos, los que apuntábamos al empezar) y la importancia que, entre otras cuestiones clave, adquiere el reporting en el nuevo contexto normativo.
Un reporting que no solo deberá cumplir con las exigencias dispuestas en el Pilar II sobre la governanza del riesgo y los mecanismos de autoevaluación que deberán adoptar las compañías aseguradoras (el espacio en el que, a primera vista, el reporting parece adquirir un mayor protagonismo), sino también con el resto de lo previsto en relación con el análisis y la cuantificación del riesgo (Pilar I), y muy especialmente a la gestión de la información y la transparencia corporativas (Pilar III).
Las actividades de reporting en el nuevo marco jurídico estarán condicionadas por una doble faceta que deberán necesariamente poseer y respetar para ajustarse a la normativa:
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Orientación interna: el reporting deberá servir principalmente para redundar en una mejora de la gestión de los procesos internos de la organización, orientada a acotar y minimizar los riegos financieros que se asuman por parte de esta.
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Orientación externa: los reportes deberán estar a disposición del mercado, tanto de la competencia como de los usuarios y clientes por un lado, y por el otro sometidos a revisión por parte de un organismo supervisor, cumpliendo con los requisitos establecidos para este fin.
No cabe duda de que estas exigencias en materia de reporting obligan a las compañías aseguradoras a mejorar sus operaciones de análisis y gestión de riesgos, y a tratar de optimizar los recursos que se destinan a ello asumiendo, en primer lugar, los costes que esta adecuación conlleva y, consiguientemente, tratando de rentabilizar la inversión realizada (mejorando, entre otras cuestiones, la eficiencia en la governanza de la organización). Por este motivo Solvencia II representa una oportunidad única para actualizar los mecanismos de reporting (entre otros), implementando sistemas integrales de gestión que permitan una alta tasa de retorno de la inversión y redunden en una mejora sustancial de la eficiencia en la gestión de operaciones clave como esta.
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