Los siniestros sospechosos de fraude en España siguen en aumento y ya han superado los 22.500 casos al año, con la rama del automóvil como la especialidad más repetida. Incluso, algunos estudios indican que en los últimos seis años las actividades de este tipo se han llegado a duplicar en nuestro país.
Aunque pueda sorprender, las tecnologías han supuesto un nuevo foco de peligro para el sector financiero que provocó a las entidades una pérdida de ingresos del 2,7%, otra vez con nuestro país a la cabeza de Europa en este tipo de nueva picaresca. Pero, son muchos los sectores afectados por el fraude, desde el comercial, pasando por el de telecomunicaciones o el pujante e-commerce; los ejemplos se multiplican y obligan a mantener planes de contingencia adecuados.
Como alertan los especialistas, el defraudador es un individuo cada vez más especializado, que cuenta con una formación específica muy alta y que domina muchas técnicas de estafa, herramientas tecnológicas e incluso conoce los procesos concretos de cada sector de actividad. De este modo, conoce la mejor forma de explotar las debilidades de sus sistemas, superar sus mecanismos de defensa e incluso la forma de “esconderse” en el intrincado laberinto de datos empresariales.
Para ponerle freno, es necesario dotarse de herramientas capaces de recabar, procesar, organizar y analizar grandes cantidades de datos, de los que extraer información sobre múltiples variables que permitan describir un mapa de situación corporativo que sea el punto de partida de la posterior estrategia de actuación.
Las organizaciones deben prepararse para poder analizar este ingente volumen de datos que en nuestros días procede de muy diversos canales, cada uno con su propia tipología de datos, de geolocalización, de redes sociales, webs y dispositivos móviles que utilizamos a diario.
Un tipo de análisis muy sofisticado, con un nivel de detalle sin precedentes, que combina tecnologías, conocimientos y metodologías que se adaptan a cada escenario para seguir el más mínimo rastro o huella digital de los defraudadores, pero que también ofrezca conclusiones útiles que puedan derivarse en posteriores reglas de detección o sistemas automatizados antifraude, que mejoren tanto las capacidades de detección como las de prevención contra el fraude, ayudando de forma decisiva a cumplir con el objetivo de reducir su riesgo a cero.
IBM lleva 30 años desarrollando tecnologías de análisis de última generación para ayudar a las organizaciones a responder ante el fraude. En colaboración con Logicalis, su tecnología i2 ofrece capacidades de análisis del fraude sin precedentes que pueden suponer importantes retornos económicos y la mejor forma de paliar todo tipo de estafas, incluso las más modernas y sofisticadas.
Como hemos resumido en una reciente guía al respecto, "Inteligencia contra el fraude", no es solo el sector asegurador el que debe prepararse, sino otros muchos, como el financiero, gubernamental o el del comercio online.