Cada miembro de la organización ostenta una relación directa con la estrategia de la empresa. Cada pieza es clave para que la maquinaria se mueva en la dirección correcta, el camino prefijado que conducirá al negocio hacia sus metas a través de los planes estratégicos. El cuadro de mando integral en su definición participa de la misión, visión y valores de la compañía y su función es desgranarlos en pequeñas unidades que sinteticen las diferentes porciones de responsabilidad asociándolas a un responsable de su consecución a término.
Alcanzar objetivos globales pasa por ir ganando terreno en la conquista de objetivos específicos, donde los esfuerzos individuales han de contribuir con su aportación en el marco de un entorno colaborativo. En este sentido, las políticas de incentivos son un factor necesario y para su establecimiento hay que tener en cuenta que:
La fijación de objetivos se fundamente en estándares.
Los objetivos atribuibles sean alcanzables, realistas, medibles, suficientemente específicos y puedan controlarse en el tiempo y no sólo de forma puntual.
El establecimiento de plazos sea aceptado por las partes.
La equidad debe primar, independientemente de otros factores.
Su materialización no necesita ser monetaria sino que también es admisible que se estructure en torno a otra clase de compensaciones de tipo formativa o relacionadas con los horarios laborales, la flexibilidad o el disfrute de vacaciones o días libres.
Su finalidad debe ser la motivación individual y la satisfacción laboral del empleado.