Evaluar la rentabilidad económica y financiera de un proyecto es una de las tareas más críticas a las que se enfrentan directivos y gerentes de organizaciones de cualquier calado. Se trata de una operación en la que se hallan involucrados distintos departamentos y áreas de la compañía, especialmente las áreas financieras, y requiere de un análisis previo detallado y meticuloso para minimizar los riesgos y sacar el máximo partido a las inversiones realizadas.
Evaluar la rentabilidad de proyectos requiere, en definitiva, de tiempo y recursos de los que no siempre se dispone, por lo que agilizar este tipo de tareas deviene fundamental para no perder agilidad y dinamismo, y poder aprovechar las nuevas oportunidades de negocio que se abren en el horizonte corporativo.
La evaluación de proyectos desde el punto de vista de la rentabilidad económica y financiera exige analizar especialmente las siguientes cuestiones:
Estado del mercado y comportamiento del público objetivo al que se dirige eminentemente el proyecto empresarial.
Costes directos e indirectos del proyecto, tales como los derivados del propio mantenimiento y provisión de la cadena de suministro, y otros como impuestos, tasas... además, claro está, de los reportes financieros oportunos sobre estimación de ingresos, ventas y beneficios.
Operaciones implicadas en el proyecto, rendimiento de equipos humanos y dotación tecnológica, infraestructuras, etc., que se precisen para llevarlo a cabo.
Posibilidades de ampliación, crecimiento y expansión, optimización de operaciones, maximización de la eficacia y la eficiencia de procesos, etc.
Como vemos, se trata de cuatro aspectos que si bien entroncan con lo que se entiende propiamente por estudio y evaluación de la rentabilidad económica y financiera de un proyecto, aluden a otras facetas de la actividad relacionadas indirectamente con el área financiera. Es más, si prestamos algo de atención, no costará entrever que, tras estos aspectos, hallamos las 4 perspectivas clásicas del cuadro de mando integral: financiera (evidentemente), del cliente, de crecimiento y de procesos internos.
No es de extrañar que sea así: el CMI ofrece una visión integral y dinámica del negocio, permitiendo enmarcar el análisis de proyectos en un contexto de conocimiento real y efectivo de la compañía y su entorno.
Así, el CMI permite agilizar enormemente la tarea de evaluación de la rentabilidad de un proyecto teniendo en cuenta todos los elementos que, directa o indirectamente, pueden condicionar su éxito. Algo que gracias a las nuevas herramientas de análisis predictivo se puede proyectar, no solo hacia el presente y el pasado de la organización, sino también y muy especialmente hacia escenarios de futuro.
Conocer las posibilidades reales de viabilidad futura de un proyecto, además de agilizar la toma de decisiones, permite realizar los ajustes y los cambios oportunos sobre el diseño inicial del proyecto, contando con datos objetivos sobre sus condiciones de desempeño.
Acerca de este asunto, y sobre todo en lo que concierne a las posibilidades del CMI para la evaluación de la rentabilidad económica y financiera de nuevos proyectos, versa la guía Cuadro de Mando de analítica avanzada, un recurso gratuito que permite conocer, entre otros asuntos de interés, cuál es el alcance de la analítica avanzada y hasta qué punto permite agilizar tareas de tanta importancia como la que hoy nos ha ocupado.
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