En el año 2013 se hablaba de big data saluden términos de revolución. Hoy, tres años después, se puede constatar una consolidación que se debe a una mayor integración de las nuevas técnicas de análisis y las herramientas más avanzadas en los procesos de hospitales, clínicas, centros médicos y centros de investigación; que, sin embargo, aún no ha terminado de madurar puesto que quedan pendientes por resolver cuestiones importantes, como las relacionadas con la protección de los datos.
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Nuevos medicamentos, tratamientos de última generación o sistemas mejorados de atención al paciente requieren del trabajo de las empresas del sector en tres direcciones, básicas para garantizar la seguridad de los datos sensibles.
Los beneficios de big data salud son innegables:
El nuevo paradigma de big data salud no sólo permite maximizar la eficiencia y reducir costes, sino que apoya la generación de valor al promover una mejora continua de la calidad, que se extiende también a los proveedores, y que impacta de forma muy positiva en la atención al paciente y su calidad de vida.
Cuando los grandes datos entran en juego, la toma de decisiones en el sector de vuelve proactiva, algo que redunda en una planificación más eficaz; al mismo tiempo, se fomenta la colaboración entre entidades y con el propio paciente. Ejemplo de ello son los dispositivos wearables que, con sus datos, pueden ayudar a contextualizar un estudio clínico, arrojando luz sobre áreas que, de otra forma, podrían no ser descubiertas.
Y, precisamente éstos son algunos de los factores que impulsan la innovación, uno de los puntos fuertes de big data salud. Esta capacidad de llevar a la práctica nuevas ideas con el potencial de transformar la industria sólo es posible en base al uso masivo de datos. Esta información proviene de diferentes fuentes:
La diversidad de orígenes de los datos necesarios para innovar abre uno de los debates más controvertidos en cuanto a big data salud: ¿de quién son los datos?
Si no se conoce a ciencia cierta quién es el propietario de un dato, difícilmente se le va a poder proteger. ¿Cómo puede alguien defender un derecho si no sabe que lo tiene? Lo importante es reconocer que, conscientemente o no, está en disposición de ejercer ese derecho y, por eso, las empresas del sector salud, en base a sus valores y sus códigos éticos, deben garantizar la seguridadde toda esa información. Y lo deben hacer independientemente de si el dato les pertenece a ellos o al paciente porque, al final, la información que se revelaría caso de filtrarse haría alusión a las condiciones personales de un individuo, y, no son los datos de salud, con mucho, la dimensión más personal de big data?
No obstante, en la práctica no es un asunto sencillo de resolver debido a que:
El uso de big data salud es positivo para la ciencia médica, pero potencialmente peligroso para el paciente. Mediante la acumulación y análisis de grandes cantidades de información digital a partir de múltiples fuentes, los profesionales médicos están bien equipados para resolver los principales problemas de salud y advertir a la gente de las amenazas emergentes. Pero este aprovechamiento de los datos más personales de un individuo ha de hacerse siempre extremando las precauciones.
Para ello, las empresas del sector salud deben:
El gobierno, la tecnología y las personas son los tres pilares que garantizan la protección de big data salud. Luchar contra los ataques y minimizar los riesgos derivados de la falta de seguridad es fundamental para poder continuar aprovechando los beneficios para el cuidado de la salud que permite el estar en posesión de la información adecuada en el momento preciso.