La cultura y el tejido industrial que en muchos casos la dinamiza y la sustenta exige, cada vez más, el uso de herramientas y sistemas capaces de evaluar las preferencias de la audiencia y las necesidades del mercado, además de detectar nuevas oportunidades y minimizar los riesgos en la toma de decisiones, algo especialmente sensible y crítico en los ecosistemas culturales.
En ello, sin duda la inteligencia de negocios tiene mucho que decir, siendo las herramientas BI (y en concreto las de nueva generación) las soluciones tecnológicas que más pueden aportar a un sector, el de las industrias culturales, asediado por infinidad de riesgos, y frecuentemente aquejado por una dependencia estructural de subvenciones y financiación externa.
En estos contextos, articular una estrategia business intelligence que tome al Cuadro de Mando Integral como su columna vertebral puede no solo mejorar la buena salud de la que pueda disfrutar la industria cultural, sino incluso avanzar hacia su autosuficiencia, siempre deseable pero tan difícil de lograr.
El concepto de cultura es, por definición, controvertido, y está abierto a continuas revisiones y discusiones acerca de sus límites. Esto afecta de un modo determinante a las industrias llamadas culturales, es decir, al tejido empresarial e institucional, público o privado, que tiene como su objeto principal la dinamización de la cultura y las actividades consideradas culturales.
No obstante, esta primera dificultad no es, ni mucho menos, la mayor que afronta la industria cultural. Como avanzábamos, entre los principales retos con los que debe lidiar se hallan las posibilidades de mantenimiento, que entroncan directamente con las preferencias de un público cada vez más diverso y un mercado cada día más competitivo. Pero no son estos ni mucho menos los únicos retos existentes en este contexto.
Si tuviéramos que enumerar brevemente los retos y los riesgos que afronta la industria cultural, sin duda entre ellos deberían figurar:
Las posibilidades de autosuficiencia, que determinan claramente su independencia respecto a instituciones y organismos oficiales, algo fundamental para la buena salud de una industria cultural (tradicionalmente considerado un sector deficitario, objeto de subvenciones y los consiguientes condicionamientos).
Los altos costes que representa organizar un evento cultural, sin garantías de éxito y a menudo sujeto a una gran cantidad de condicionantes externos que pueden determinar completamente su éxito o fracaso (factores climáticos y meteorológicos, legislación vigente...).
Las exigencias de un público con un alto nivel de formación y una demanda de oferta personalizada, que cumpla con precisión las expectativas depositadas.
Existen muchos más que estos, por supuesto, pero los enumerados son suficientes para entender hasta qué punto un contexto como el cultural es especialmente complejo y sensible. En este tipo de ecosistemas, herramientas tecnológicas como las desarrolladas en el ámbito de la nueva inteligencia de negocios (sobre todo el Cuadro de Mando Integral de analítica avanzada), ofrecen grandes posibilidades para la detección de nuevas oportunidades, y para la confección de una oferta más ajustada a las necesidades y las expectativas de la audiencia.
Para entender hasta qué punto el análisis de datos históricos y el diseño de escenarios posibles, apuntando las opciones más rentables y orientando la toma de decisiones al respecto son claves en el ámbito de la industria cultural (ventajas que presentan las herramientas de analítica avanzada como el nuevo Cuadro de Mando Integral), recomendamos la guía Cuadro de Mando de Analítica Avanzada. Visualización predictiva, un recurso gratuito e imprescindible para lidiar con los enormes retos que afronta este sector crucial para la buena salud de cualquier tipo de sociedades.
Post relacionados: