Una de las áreas indudablemente más relevantes en cualquier esquema organizativo es la financiera, un área compleja y con funciones absolutamente determinantes para el devenir de cualquier corporación que, resumidamente, podemos englobar en dos grandes grupos:
Planificación, control y gestión de las inversiones
Planificación, control y gestión del financiamiento
No se trata, como sabemos, de funciones encontradas o dispares entre sí sino complementarias, para las cuales planificar, evaluar, gestionar, monitorizar y tomar decisiones fundamentadas sobre las finanzas de la compañía representan el punto de encuentro común y necesario.
Dicho esto, no cabe duda de que la elaboración de informes, tanto históricos como predictivos, a partir de los datos y las informaciones recabadas es una tarea que, siendo central en cualquier otra área, cobra aquí una importancia crucial. Por ello, hoy nos centraremos una vez más en la creación de reportes financieros, en sus características y en las consideraciones fundamentales a tener en cuenta durante su planificación.
Lo primero a tener en cuenta en la planificación de informes financieros, como ocurre con el resto de reportes pero cobrando aquí una especial significación, es el marco conceptual en el que deberán elaborarse. Para ello, y dadas las evidentes limitaciones en profundidad y exhaustividad que presenta cualquier acercamiento a la cuestión, remitimos al lector a la lectura de la guía 12 buenas prácticas del reporting financiero, un recurso completamente gratuito en el que se ahonda en cuestiones clave como el análisis y la definición del marco conceptual en el que debe elaborarse un informe financiero.
Tras ello, se considerarán las necesidades generales y concretas de información que presenta la organización, teniendo especialmente en cuenta los datos y las informaciones relativas a inversionistas y posibles fuentes de financiación (públicas y/o privadas), proveedores, clientes y sobre el estado financiero de la propia compañía, el coste y la rentabilidad de las operaciones que se llevan a cabo, y las obtenidas tras el análisis de las posibilidades de inversión para el aprovechamiento de nuevas oportunidades de negocio.
Dada la naturaleza compleja que comentábamos posee el área financiera, se debe prestar una atención especial para que la elaboración de informes cumpla las siguientes características:
Que sea comprensible no solo para los especialistas financieros de la compañía, sino para los responsables de otros departamentos y los gerentes de la misma, procurando facilitar la toma de decisiones que afecten a cualquier área específica o a la organización en su conjunto.
Que sea relevante para los propósitos que persigue. Para ello, es imprescindible que los responsables del área financiera sean conocedores del estado actual de la compañía y del desempeño de la estrategia adoptada, de las intenciones de los directivos y de todo aquello que se considere relevante para la elaboración de un informe máximamente coherente y con sentido.
Que sea fiable: es necesario contar con las herramientas de análisis y gestión de datos necesarias para asegurar la máxima fiablidad y calidad de los mismos. No debemos olvidar que un informe financiero puede, por sí mismo, confirmar, definir, modificar o incluso cambiar por completo el rumbo de la organización, por lo que la confianza en su fiabilidad debe ser completa y (sobre todo) fundamentada.
Finalmente, un informe financiero debe ser neutro, prudente (aunque a la vez también ambicioso), realista y muy especialmente comparable, es decir, que permita ser comparado con otros reportes para detectar patrones, regularidades y otras cuestiones fundamentales para garantizar la salud financiera de la organización y de las operaciones que esta lleva a cabo.
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