Internet de las Cosas (IdC), también referido a menudo mediante su expresión en inglés Internet of Things (IoT), es un concepto relativamente nuevo que se afana en concretarse, con una premura extrema, en propuestas y soluciones prácticas para su uso cotidiano, con la intención de consolidarse cuanto antes en los ámbitos y quehaceres humanos más variados.
Decimos que se trata de un concepto reciente en términos relativos porque, si bien es cierto que se acuña en el umbral del nuevo milenio, hace escasamente 15 años, en entornos TIC un lustro equivale prácticamente a una toda una era si tenemos en cuenta la trepidante evolución experimentada en este campo en los últimos tiempos.
Pese a todo, la popularización del término a escala global se ha producido en los últimos 5 años, especialmente de la mano de los avances en domótica y, por supuesto, del desarrollo de nuevos sistemas y dispositivos móviles que actúan como receptores de datos e informaciones emitidos por (y desde) una gran variedad de fuentes de datos remotas. Efectivamente, cada vez más podemos constatar cómo la evolución de Internet de las Cosas avanza en paralelo a la sofisticación de dispositivos como smarphones y tablets, siendo estos cada día más capaces de operar como tableros de mando desde los que gestionar todo tipo de datos e informaciones, y monitorizar procesos de la índole más variada.
Si nos centramos por un momento en los detalles de algunos de los avances que se nos prometen de la mano de la evolución del IdC, no tardaremos en darnos cuenta que todos ellos comparten un espíritu común: la monitorización. Enseguida lo veremos con varios ejemplos ilustrativos, aunque antes convendremos en la necesidad de explicar un poco más en qué consiste Internet de las Cosas.
En pocas palabras, el IdC es un nuevo concepto que integra distintas tecnologías, sistemas, técnicas y dispositivos orientados a brindar opciones de monitorización remota de actividades, procesos y estados de las cosas que nos rodean. ¿De qué cosas? Pues prácticamente de cualquier objeto/ente que se preste a ser identificado con una etiqueta RFID, un pequeño chip de identificación por radiofrecuencia.
El mecanismo es sencillo de entender: un dispositivo emisor (que puede tratarse de un smartphone o una tablet que cuente con la aplicación pertinente) manda una señal por radiofrecuencia que es recibida por las etiquetas RFID insertadas en el objeto en cuestión; estas, a su turno, devuelven al dispositivo emisor la señal emitida, enriquecida con datos relevantes sobre dicho objeto (posición, estado...).
Desde la gestión de bibliotecas, colecciones de las naturalezas más variadas y stocks de mercancías, hasta el control a distancia de accesos a edificios, pasando por una gama interminable de posibilidades, Internet de las Cosas se basa en la posibilidad, como decíamos, de monitorizar estados, situaciones y procesos de cualquier sistema, mecanismo, cosa, actividad... en cualquier momento y lugar. Es decir, ofrece principalmente la oportunidad de mejorar el control sobre cualquier aspecto imaginable de la vida.
La monitorización del propio estado de salud, del rendimiento físico o de la optimización del descanso son algunos de los asuntos relacionados con los últimos avances en las aplicaciones del Internet de las Cosas más destacados recientemente por los medios, aunque por supuesto sean tan solo un pequeño aperitivo de lo que nos depara el futuro más cercano en este asunto.
Una tecnología eminentemente orientada, como vemos, a la monitorización, permitiendo un mayor control sobre lo que nos rodea y que redundará, sin duda, en una mejora de nuestra calidad de vida en múltiples aspectos. Los retos que ya ahora se vislumbran, asociados al ingente crecimiento del volumen y la variedad de datos que se manejen en este nuevo contexto tecnológico, sugieren la inminente necesidad de dotarse de herramientas potentes que permitan tratar, gestionar y visualizar estos datos de un modo adecuado, sobre todo en contextos empresariales y de negocio, donde estos datos e informaciones devienen especialmente críticos. Para profundizar en ello, recomendamos encarecidamente la guía gratuita 10 claves para definir tu estrategia corporativa de gestión de datos, un recurso imprescindible para mejorar el nivel de eficacia, eficiencia y seguridad en las operaciones relacionadas con la gestión de datos e informaciones en el si de cualquier organización.
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