¿Destrucción? ¿Dinamismo? ¿Disrupción? La cuarta revolución industrial hace que los negocios echen mano de sus herramientas business intelligence y analíticas para tratar de predecir cómo les afectarán los cambios que trae consigo. Uno de los sectores donde más se notará la transformación es en el de la producción. Las fábricas, estandarte de la primera revolución industrial, pierden sus rasgos definitorios y dan paso a una nueva configuración, más adaptada a los nuevos tiempos y la nueva forma de consumir. Los sistemas ciber-físicos son el nuevo escenario de trabajo.
Créditos fotográficos: istock adrian825
El objetivo de aumentar la competitividad de las industrias manufactureras está cerca de alcanzarse ya que, a día de hoy, es posible ser testigo de la creciente integración de los sistemas ciber-físicos en los procesos de fabricación. Pero, ¿en qué consiste exactamente este producto de la cuarta revolución industrial?
Este enfoque de la producción es completamente nuevo aunque no puede desplegarse sin una estrategia adecuada. En ella se deberá encontrar la forma de promover el potencial de la combinación de dos elementos:
Y es que, en la cuarta revolución industrial, las empresas tendrán que fusionar sus dominios virtuales y reales de producción tanto como sea posible. Para hacerlo necesitarán trabajar a tres niveles:
Los fabricantes que deseen conservar su ventaja competitiva tendrán que esforzarse por aumentar la flexibilidad de producción, automatizando de la logística y desplegando máquinas y productos inteligentes a lo largo de la cadena de valor de fabricación. Sin embargo, todo esto no será suficiente si no se tiene en cuenta uno de los aspectos más tangibles de la cuarta revolución industrial, que es el diseño orientado al servicio.
El diseño orientado al servicio es la masificación de un servicio hecho a medida. La interpretación de este concepto puede hacerse exhaustiva, y transformar la fábrica para conseguir que sean los propios clientes quienes utilicen las configuraciones existentes para producir los productos que deseen; o llevarse hasta un estadio intermedio, en el que sería la misma empresa quien se encargase de adaptar los productos individuales para cada consumidor en particular.
El potencial que habilita este modo de producción es inmenso. Ejemplo de ello serían las nuevas capacidades de comunicación entre productos inteligentes dotados de sensores (IOT,Internet of Things) y las máquinas inteligentes que los fabrican. De esta forma, en virtud de esa conexión entre ambos se podrían adecuar los niveles de producción a la nueva demanda al conocerse en fábrica que el ciclo de vida de uno de los productos lanzados al mercado está cercano a finalizar.
De cara al usuario, las ventajas son muy numerosas:
Con la cuarta revolución industrial los cambios se suceden, dentro y fuera de la fábrica. Vehículos que se conducen solos, máquinas que saben cuándo deben comenzar y cuándo detenerse, dispositivos inteligentes que se comunican entre sí para el beneficio usuario y una nueva concepción de la vida y el trabajo.
A los más altos niveles, puede llegar a ser excepcional el tener que personarse en las instalaciones de producción. Gracias a las nuevas herramientas el control se puede llevar a cabo de forma virtual y, sólo en contadas ocasiones se considerará oportuno realizar este desplazamiento de forma física. Además de un ahorro en tiempo, que puede dedicarse a otras tareas, esto supone un importante ahorro energético.
Pero estas ventajas también son de aplicación a niveles intermedios, e incluso a nivel de línea de trabajo. Cuando los procesos están automatizados, las tareas repetitivas son realizadas por máquinas. El nivel de rendimiento y el de rentabilidad incrementan considerablemente. No hay accidentes laborales, no hay errores, no hay exceso de gasto, no hay retrasos. Las personas que se ocupaban de estas tareas rutinarias pueden dedicarse a actividades más especializadas y aprovechar su conocimiento de los materiales y los procesos para apoyar tareas más creativas y que aporten mayor valor a la organización. Por otra parte, como los sistemas físicos se convierten en digitalizados, los trabajadores tienen que pasar menos tiempo en un entorno de trabajo físico ya que la gestión de una fábrica se puede hacer de forma remota a través de internet. De nuevo, ahorro energético y mejor calidad de vida, gracias a la facilidad para conciliar las esferas laboral y personal.
Los modelos tradicionales quedan destruidos y, con ellos, determinados puestos de trabajo y el paisaje industrial tal y como se conocía. Tras la cuarta revolución industrial la sociedad se adentra en una era más dinámica, donde los cambios disruptivos son una constante y las personas siguen siendo el activo más valioso de la organización, por su talento y su capacidad para interactuar con los datos, ya desde nuevas posiciones, con otras tareas y diferentes responsabilidades.