Pese a que no es la primera vez que se oye hablar de la cuarta revolución industrial, de hecho, la primera documentada data de 1948, como puede leerse en este manual de psicología; sí que parece que puede ser la definitiva. Este 2016 podría ser el año que confirma la llegada de los cambios disruptivos que transformarán los entornos productivos desde sus cimientos, provocando cambios sociales de gran relevancia.
Al menos así lo piensa Klaus Schwab, y de esta forma lo expone en su obra "The fourth industrial revolution", que se publicó en enero de este año, recogiendo su punto de vista experto y algunas de las ideas y reflexiones más notables, de entre las vertidas en el World Economic Forum.
Las fábricas inteligentes, la industria 4.0 o la introducción masiva de robots en entornos productivos son sólo algunas de las pistas que pueden ayudar a describir un futuro bastante inmediato. Las posibilidades de la tecnología superan expectativas y, cada avance impulsa la aparición de nuevas innovaciones en este terreno. La estrategia de las fábricas, la de las cadenas de producción, organizaciones de todo el mundo, e incluso gobiernos, se rinde ante la aceleración de los cambios que convierten en inminente la transformación radical de los métodos y procesos productivos.
A grandes rasgos, podría decirse que la cuarta revolución industrial consiste en:
Cada revolución industrial ha abierto las puertas a nuevas posibilidades. La máquina de vapor es un buen ejemplo de uno de los hitos más grandes en la industrialización, que marcó un antes y un después en el desarrollo humano. La cuarta revolución industrial, igual que sus precedentes, supone un salto cualitativo que cambia la escala, el alcance y la complejidad del panorama intelectual colectivo.
Incluso en el día a día puede comprobarse que cada vez es posible hacer más cosas con un dispositivo móvil. Tal y como afirmó Inga Beale, Chief Executive Officer, Lloyd’s en el World Economic Forum, "Para muchas personas el smartphone es el primer ordenador que han tenido y, en algunos casos, se trata también del único".
Klaus Schwab, Fundador y Presidente Ejecutivo del Foro Económico Mundial, ha estado en el centro de los asuntos mundiales durante más de cuatro décadas. Él está convencido de que estamos en el comienzo de una revolución que está cambiando fundamentalmente la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos unos con otros. Para Schwab, la cuarta revolución industrial que vivimos también presenta el ingrediente de liberación que caracterizó a las anteriores revoluciones.
Y, sin embargo, a pesar de todas estas coincidencias que ratifican que nos hallamos en mitad de un proceso evolutivo importante; existen algunas diferencias con las transformaciones anteriores. Esta cuarta revolución industrial se caracteriza por el protagonismo tecnológico.
Los avances en este campo se enriquecen al fusionarse con otras áreas de conocimiento. La integración de los mundos físicos, biológicos y digitales, afectan a todas las disciplinas y alcanzan con su impacto a las economías e industrias. El desafío está en el aire y, como sucede con este tipo de revoluciones, al aceptar el reto no sólo se derivarán consecuencias para los entornos de producción, sino que los efectos del cambio traspasarán las fronteras de la industria calando muy hondo en la sociedad.
Si las predicciones de Klaus Schwab se cumplen, y todas las señales apuntan a la existencia de una transformación que ya está en marcha, es muy posible que la forma en que vivimos también quede sujeta a los cambios. Según él mismo expresa en su obra " vivimos en una época de gran promesa y gran peligro".
Los beneficios de la cuarta revolución industrial parecen claros:
Y, sin embargo, los inconvenientes del proceso evolutivo están aún en la sombra. Las preocupaciones de Schwab al respecto están en la siguiente línea:
Es difícil pensar que estamos preparados para esto, sobre todo cuando todavía no está del todo claro cómo se desarrollarán los acontecimientos. No obstante, hay que pensar en soluciones y no olvidar que las personas podemos seguir manteniendo el control, siempre y cuando seamos capaces de colaborar a través de zonas geográficas, sectores y disciplinas para aprovechar las oportunidades que presenta esta revolución, en vez de perdernos en sus amenazas. A fin y al cabo, estas nuevas tecnologías son herramientas ante todo hechas por la gente para la gente y, juntos, es posible dar forma a un futuro que funcione para todos.