En un proyecto educativo, general o de centro, la definición de la política educativa es un elemento central para encuadrar el resto del contenido del proyecto. La descripción de los objetivos generales y las intenciones del centro o la institución encargada de su redacción es, pues, el primer paso a realizar, pero por supuesto no el único y, ni mucho menos, el capítulo que presentará mayores retos y dificultades a la hora de ser definido.
El diseño de un proyecto educativo requiere concretar, tras los objetivos y las intenciones generales, los objetivos concretos que persigue (es decir, sus objetivos estratégicos) y el modo en que se propone conseguirlos (esto es, la estrategia educativa de centro —o de la pertinente institución). Una concreción de objetivos y estrategias que sin duda nos remiten a los procesos, las actividades y las iniciativas que hará falta implementar para su ejecución, desarrollo y consecución, y que conforman el tercer elemento necesario que debe incluir cualquier proyecto educativo.
No obstante, nada de lo anterior tendrá sentido si previamente no se cuenta con un análisis detallado de los datos más relevantes y críticos con los que cuenta el centro para la definición del proyecto educativo: volumen de matrículas, número de estudiantes detallados por perfiles, cantidad de éxitos y fracasos escolares, tendencias formativas y profesionales detectadas en los alumnos tras finalizar el período formativo, datos sobre el equipo docente y el personal administrativo del centro, y un largo etcétera que, sin duda, cabrá estudiar y manejar con la suficiente diligencia para ajustar el proyecto diseñado a las necesidades del alumnado y las posibilidades del centro.
Manejar un volumen y una variedad de datos semejante puede resultar una tarea ardua y altamente dificultosa, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de los centros educativos no disponen de un departamento interdisciplinar que se pueda encargar exclusivamente del diseño y la elaboración de un proyecto de este calibre. Por este motivo, en muchas ocasiones se obvian datos e informaciones que podrían ser de gran importancia a la hora de aportar valor añadido al proyecto diseñado, o se incurre en errores de apreciación que, a medio y largo plazo, pueden resultar altamente críticos para el desarrollo del proyecto.
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