Cuando pensamos en Inteligencia Artificial (IA) nuestra mente configura una imagen fuertemente mediatizada por la influencia de la ciencia-ficción: robots con un intelecto parecido al humano, humanoides capaces de realizar tareas cognitivas complejas...
Prefiguraciones de este tipo son las que tradicional y comúnmente asociamos a la Inteligencia Artificial; sin embargo, la realidad poco tiene que ver con ellas, o al menos no las concreciones más actuales de la tecnología IA, focalizada en el diseño y desarrollo de sistemas capaces de racionalizar datos e informaciones, acumular experiencia y tomar ciertas decisiones (eso sí, como veremos, limitadas) sin intervención humana.
El pasado mes de enero, entre los días 25 y 30 tuvo lugar en Austin, Texas, el XXIX Congreso sobre Inteligencia Artificial, el AAAI-15, uno de los eventos internacionales más relevantes en el ámbito de la investigación y el desarrollo de tecnologías IA.
Con el propósito de incentivar y alentar la investigación en la materia, y de ofrecer a la comunidad científica un espacio para el debate, el intercambio de ideas y la exposición de proyectos, el AAAI-15 también ha sido el escenario perfecto para que desarrolladores de todo el mundo pudieran dar a conocer sus prototipos, con el fin de despertar el interés de inversionistas y patrocinadores.
Como ya se venía intuyendo en citas anteriores, podemos extraer varias conclusiones de esta vigésimo novena edición del Congreso AAAI, entre las cuales una nos interesa especialmente: los intereses actuales de la industria se sitúan lejos de la materialización de las imágenes preconcebidas sobre la IA que comentábamos al prinicipio, lejos del desarrollo de soluciones hard (y mucho menos de tipo humanoide), sino que se centran en la investigación y el desarrollo de software y sistemas capaces de recopilar y analizar datos, procesar informaciones, generar conocimiento y desempeñar ciertas tareas, acumulando experiencia y aprendiendo por sí mismos sin necesidad de intervención humana.
Las aplicaciones de la Inteligencia Artificial, al menos por el momento, están orientadas a su integración en sistemas y dispositivos de uso habitual, como automóviles automatizados, dispositivos electrónicos (equipos informáticos, smartphones...), domótica y/o sistemas de reconocimiento de voz con múltiples funciones. Por supuesto, también a su integración en entornos de inteligencia de negocios, facilitando enormemente la automatización de tareas y procesos que tradicionalmente realizaban equipos humanos, o que requerían la intervención de los mismos.
No obstante, el XXIX Congreso AAAI también hace patente algo que comentábamos hace escasas semanas en este mismo blog: el desarrollo de soluciones IA tiene, al menos por el momento, una clara limitación, una forntera que no es possible traspasar a menos que se produzcan avances significativos en la investigación científica sobre la conciencia humana y sus mecanismos de articulación.
Efectivamente, la conciencia es el umbral que a día de hoy la tecnología no puede traspasar. No es possible reacrear artificialmente la conciencia humana ni, por ende, desarrollar soluciones artificiales capaces de imitar y llevar a cabo todo lo que un ser humano consciente puede realizar, como tomar decisiones críticas o traspasar el marco conceptual previamente programado.
No cabe duda de que los avances en la materia mejorarán enormemente los sistemas, los dispositivos y las herramientas con los que cuentan, actualmente, los entornos Business Intelligence, pero aún tardaremos en assistir a la presentación de soluciones que sustituyan a los seres humanos en tareas críticas como el diseño de estrategias o la toma de decisiones que afecten al conjunto de la organización, algo que a día de hoy todavía reside en el terreno de la ciencia-ficción y ni siquiera podemos saber si será, en algún momento, realizable.
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