La planificación financiera, una tarea técnica con una importancia fundamental para el conjunto de la organización, permite observar, analizar y establecer relaciones causa-efecto entre los objetivos estratégicos corporativos, y las condiciones económicas y financieras necesarias para su consecución.
Esta es una de sus funciones principales, aunque no la única. Es más, de ella se desprenden otras tareas que requieren una atención igualmente precisa e informada al estado real de la compañía, a los resultados históricos de sus operaciones clave y, muy especialmente, a las previsiones de crecimiento y expansión; tareas como la planificación de las inversiones, en las que el conocimiento preciso del pasado, el presente y las potencialidades de la organización devienen asuntos altamente críticos.
No cabe duda del papel que desempeñan las herramientas de inteligencia de negocio en la toma de decisiones financieras, muy especialmente el Cuadro de Mando Integral (CMI). A través del CMI no solo podemos monitorizar el desempeño de las áreas clave comprometidas por un determinado plan financiero, analizando los datos históricos recabados o basándonos en el rendimiento actual de los procesos y las actividades implicadas en cada una de estas áreas; también podemos evaluar, con los mismos mecanismos, el estado real de la compañía en su conjunto, detectar patrones y regularidades, visibilizar ineficiencias y desviaciones... en resumen, tomar las decisiones oportunas para mantener o corregir lo estipulado en la planificación.
Pero lo más importante para la planificación de las inversiones, además del análisis del pasado y el presente, es el estudio del futuro y la consiguiente detección, visibilización y evaluación de las nuevas oportunidades de negocio que se abran en el horizonte. En este sentido, el CMI nos permite prever llevar a cabo estas tareas gracias al diseño de los llamados escenarios what-if, evaluando detalladamente los riesgos existentes en cada uno de estos escenarios posibles, y aportando un mejor y mayor conocimiento de los mismos con vistas a apoyar la toma de decisiones financieras en cuanto a la inversión.
El estudio de las posibilidades de inversión de una compañía y su posterior planificación exige, pues, disponer de herramientas como el CMI que ofrezcan una visión focal sobre los procesos y las actividades llevadas a cabo en un área o departamento, y a la vez poseer una visión integral del conjunto de la organización; dos visiones complementarias que aporten datos e informaciones relevantes, transversales y comparables con lo previsto por la estrategia corporativa, y que faciliten vislumbrar qué inversiones son posibles, realizables y más convenientes desde el punto de vista técnico, operacional y financiero.
Con todo, el Cuadro de Mando Integral es una herramienta compleja que precisa de un diseño cuidado y una implementación óptima para cumplir, con eficacia y eficiencia, los objetivos que le son encomendados. Por ello, es importante redundar en la advertencia ya repetida en anteriores ocasiones: el asesoramiento técnico profesional y el conocimiento de los propios responsables de la compañía son asuntos determinantes para afrontar con éxito el diseño y la implementación de un CMI. Recursos como la guía 12 claves para la definición de un Cuadro de Mando Integral pueden servir enormemente a este propósito (una guía disponible completamente gratis).
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