Solvencia II ya es una realidad y, tal y como expresó Gabriel Bernardino, Presidente de la AESPJ, no es momento de complacencia, sino que ha llegado la hora de mejorar la coherencia y aumentar la convergencia entre todos los Estados miembros.
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Solvencia II puede considerarse como un éxito. Esfuerzo, cambio y trabajo duro han sido una constante en los últimos años, una cuenta atrás que, para las empresas del sector seguros, ha constituido una catarsis. Pese a que Solvencia II se planteaba como resultado de negociaciones políticas y legislativas a nivel de Europa hoy debe entenderse como una nueva realidad conseguida por todos, que mejora:
El momento que las empresas aseguradoras y reaseguradoras viven en este 2016 no está, no obstante, exento de complejidad puesto que, a nivel institucional:
1. Hay que seguir alineado con las principales tendencias internacionales en la materia.
2.Debe garantizarse que el régimen de supervisión implantado mantenga su robustez.
3. Es preciso que la proporcionalidad sea una prioridad.
4. Hace falta que la compleción de la regulación sea un hecho en todos los Estados miembros.
Y en cuanto a las empresas del sector, esta nueva etapa les requiere que den preferencia al uso de los sistemas estandarizados, que son los que facilitan la normalización que se busca y, también que intenten, en la medida de lo posible, de evitar fórmulas o soluciones transitorias, que no llevan a ninguna parte cuando se trata de:
1. Conseguir asegurar una aplicación coherente de todos los puntos de la norma Solvencia II.
2. Alcanzar la agilidad necesaria en el trabajo con los nuevos modelos actuariales.
3. Lograr cumplir con puntualidad con los requisitos de solvencia en materia de informes.
4. Hacer que resulte válido y suficiente el marco de control creado alrededor de todo el proceso de modelado y generación de informes actuariales.
5. Comprobar que el gobierno de los datos funciona como era esperado.
Solvencia II ha transformado el modo en que las aseguradoras presentan sus datos, por lo que es fundamental que las empresas continúen estando preparadas para cualquier efecto adverso, teniendo en cuenta que el haber llegado a 2016 no es el final de proceso, sino el principio del camino. Una trayectoria nueva que requiere de la revisión y regulación constante de los modelos, por una parte con el fin de garantizar que se siguen cumpliendo las exigencias impuestas por Solvencia II; y, por otra, con el de hacer posible mejorar las condiciones de la combinación actual de agilidad y consistencia en las cuentas.
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