El cliente actual piensa en ir de compras como una experiencia personal más de su día a día. Y esta forma de vida quiere que sea lo más productiva posible, ya sea en la tienda, de forma online, por el televisor o desde cualquier dispositivo móvil. Adquirir un artículo resulta más fácil y rápido que nunca. Lo cierto es que las tecnologías ya ofrecen posibilidades para que esta costumbre de salir de compras sea aún más gratificante.
Por un lado, se multiplican las vías de acceso gracias a la llamada omni-canalidad (poder adquirir el artículo por múltiples vías y dispositivos, web, móvil, TV, smartwatches…) Y, por otro, el vendedor puede tener una imagen más completa y rica de su clientela. Tiendas y marcas pueden impactar con el consumidor en cualquier momento y lugar, y el cliente (que somos todos) puede estar accesible a una compra en todo momento.
Las tiendas de toda la vida siguen siendo el punto de acceso habitual todavía, pero también resulta la opción más cara e ineficiente para el proveedor. Obviamente, el coste de montar, mantener y poner en producción un comercio tradicional es muy superior a su alternativa digital. No hay más que pensar en Amazon, que bate registros en todo el mundo con su habilidad para conectar y entregar una experiencia de compra conveniente a muchos clientes, con una inversión mínima en infraestructuras físicas.
Ante eso, el comercio tradicional debe reaccionar. Es la hora de la tienda conectada, un paradigma que integra datos procedentes de dispositivos de Internet de las Cosas (IoT) para extraer tendencias y aprender más sobre comportamientos de compra, a la vez que personaliza la experiencia de cada cliente y su relación con la marca.
Las soluciones cognitivas nos ofrecen detalles muy ricos sobre las preferencias de los clientes, y nos permiten componer ofertas personalizadas para cada perfil (gustos, edad, capacidad de compra) y, de este modo, generar ratios de conversión mayores, más negocio y mejor utilización de los puntos de venta y de las propias instalaciones comerciales.
Es el llamado Retail Cognitivo, una nueva forma de venta que el cliente final demanda y espera de sus proveedores; con beneficios evidentes, en cuanto a una mejor atención, un trato individual y personalizado y una oferta más ajustada a su perfil. Todo ello en aras de mayor negocio y beneficios para el proveedor, pero a cambio de una experiencia única para el usuario.