Estrategia y cultura son los dos ingredientes de éxito para impulsar la madurez de un proceso de Transformación Digital, algo imprescindible para la industria 4.0 (pdf). Una vez que se ha tomado la decisión de apostar por el cambio y que ya se han empezado a plantear objetivos, es necesario asumir que una revolución de este tipo es más que una tendencia.
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Hablar de movilidad hoy día no sorprende a nadie, la accesibilidad de la información desde cualquier parte, igual que las interacciones en el social media o el trabajo en entornos cloud son parte integral del negocio, elementos inseparables a su progreso. Pero, precisamente por eso, hace falta tener claro que, para que de estos cambios se derive una ventaja competitiva, es preciso alejarse de adaptaciones automáticas de los pasos que dan los líderes. Es necesario determinar los propios criterios y concretarlos en forma de estrategia.
Además, para ser realmente competitivo, es importante saber trascender del papel. Los principios de la Transformación Digital no pueden quedar anquilosados, puesto que ello supondría una barrera más a la maduración digital. Deben calar hondo en la organización, penetrar todas sus capas y convertirse en capacidades en continuo desarrollo, compartidas por todos los usuarios de negocio.
Las compañías deben ir más allá de la mera adopción de las tecnologías digitales, escapar de los enfoques tácticos y poco sistemáticos que, en vez de reflejar un gran plan, se centran en la resolución temporal de cuestiones puntuales.
Esta forma de proceder caracteriza a las empresas menos maduras digitalmente, las que tratan de pisar el acelerador para intentar ponerse al nivel de sus competidores, sin éxito. Porque de esta manera, en vez de avanzar en su propio proceso evolutivo consolidando cada cambio, como hace la industria 4.0 pdf,, lo que consiguen es aumentar la proporción de sus problemas, que tienen que ver con:
Cuando la elección tecnológica no está sujeta a un plan a largo plazo, sino que se basa en la resolución de problemas empresariales con las tecnologías digitales individuales, las dificultades comienzan a escalar.
Y, es que, según se extrae de un reciente estudio de IDC, las organizaciones que carecen de una estrategia de Transformación Digital tendrán que superar retos en los próximos meses. Se trata de complicaciones relacionadas con:
Por el contrario, las empresas que sí han sabido adoptar un enfoque estratégico para plantear su revolución digital, esas compañías encuadradas en lo que se denomina industria 4.0 (pdf) que, a día de hoy, han alcanzado niveles de madurez avanzados, empiezan a ser conscientes de los beneficios de una decisión acertada.
Estas organizaciones han sido capaces de integrar las tecnologías digitales para transformar el funcionamiento de sus negocios y el fruto de este esfuerzo puede concretarse en cifras:
Entre las predicciones de IDC para este año, se pueden entrever las oportunidades que se abren para las organizaciones que ya están cerca de su consolidación digital, esas compañías que han sabido ir absorbiendo las novedades tecnológicas a la medida de sus necesidades, integrándolas en un plan sólido. Son empresas con capacidades suficientes para generar una ventaja competitiva superior, algo que define a la industria 4.0 (pdf), y que tiene origen en la orquestación de lo digital en los procesos de negocio y en la creación de servicios. Son las que se reflejan en los siguientes datos:
El panorama de mercado actual presenta una escisión visible desde múltiples ángulos. Por una parte, se encuentran las empresas que prosperan aprovechando las tecnologías digitales, los nuevos modelos empresariales y el potencial de la cultura. Son, por definición industria 4.0 (pdf). Por otra, quienes siguen encasillados en sus apuestas tecnológicas, carecen de visión de futuro y no pueden dinamizar ni aumentar la eficacia de sus procesos de negocio.
Sin estrategia no existe un mañana digital porque, cuando las acciones no están inspiradas por un buen plan y las decisiones carecen de la visión que alimenta la esfera de la transformación el caos es sólo caos, no existe la oportunidad; la complejidad es sinónimo de problemas, no de ventaja competitiva y el movimiento termina por romper la cadena de operaciones por sus eslabones más débiles, a los que les faltan la capacidad, el sustento y la inercia para poder continuar aguantando el peso de un sistema que no puede funcionar al ritmo exigido.