La revolución tecnológica ha alterado, y continuará alterando los ecosistemas de negocios, pero también todos los procesos en las distintas esferas de la sociedad. Educación, salud, entretenimiento... desde organismos privados a entes públicos, todos sin excepción se ven arrastrados a un nuevo big bang en el que el ritmo del cambio y su magnitud contagian a individuos, empresas y sociedad con su aceleración, afectando a todos su organización a todos los niveles.
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En este proceso, a los negocios no les queda otra opción que hacerse más fuertes. Es un aspecto relacionado con la estrategia, pero no deja de ser también una cuestión de arquitectura. La mayoría de las empresas se han dado cuenta de que necesitan un replanteamiento en cuanto a:
La tecnología es el ingrediente estrella en una receta donde el talento marca la diferencia entre unas organizaciones y otras. Porque la verdadera transformación digital es un proceso y, para no perderse en él es preciso contar con el método adecuado, que no es otro que el que permite introducir:
El cambio efectivo necesita de una buena preparación. La transformación digital es multifacética y se produce a un ritmo acelerado. Por eso, el liderazgo debe ocuparse de iniciar el proceso de cambio, siendo conscientes de que se trata tanto de una revolución tecnológica como de una evolución cultural, de ahí que se pueda calificar, no ya de digitalización (un término que se limita a hacer mención a los avances y no hace hincapié en la dimensión social del proceso), sino de revolución digital.
El sistema de valores corporativo, la forma de trabajar de los usuarios de negocio y la manera de relacionarse con socios, proveedores y clientes, todo va a cambiar, ya está cambiando. El nuevo modelo operativo necesita superar las barreras de entrada para demostrar su preparación y, para conseguirlo, cada organización tendrá que encargarse de definir los objetivos que den forma a su estrategia que, salvando peculiaridades, deben, al menos, partir de metas como:
Desde el planteamiento de las metas hasta su consecución es cuando se producen los cambios más trascendentales del proceso de transformación que implica esta revolución tecnológica. Es preciso, además, recordar que este proceso no finalizará cuando se produzca su consecución, sino que seguirá ganando en ajuste iteración tras iteración.
En este camino, hace falta trabajar en 6 direcciones, que afectan invariablemente a la estructura de la organización:
Los ajustes estructurales y el replanteamiento de procesos, perfilan los contornos del nuevo modelo empresarial que conducirá a la organización hacia la consolidación de su arquitectura de madurez digital. Dependiendo de las capacidades empresariales en el punto de partida, la transición será más o menos sencilla, más o menos rápida. Lograrlo es posible siempre que se cuente con apoyos como:
Es momento de ponerse en marcha. Hay que pensar en cuál será el impacto de la revolución tecnológica y cuáles sus efectos para el negocio. Hay que preocuparse por las posibles amenazas que la empresa deberá vencer en el proceso, en relación con el exterior, pero también en cuanto a las transformaciones que se produzcan internamente. No puede perderse de vista la importancia de prever las formas en que esta evolución puede transformar a los clientes, la industria y la empresa.
Pero hay que estar seguros de que el cambio va a merecer la pena, de que contribuye a aumentar las probabilidades de superar a la competencia y, sobre todo, que se va a surtir a la organización con un conjunto de capacidades renovadas, que le aportarán vitalidad y la robustecerán.