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Revolución tecnológica: cómo alcanzar la maestría en la disrupción digital

Publicado el 14/04/16 8:00

La revolución tecnológica ha alterado, y continuará alterando los ecosistemas de negocios, pero también todos los procesos en las distintas esferas de la sociedad. Educación, salud, entretenimiento... desde organismos privados a entes públicos, todos sin excepción se ven arrastrados a un nuevo big bang en el que el ritmo del cambio y su magnitud contagian a individuos, empresas y sociedad con su aceleración, afectando a todos su organización a todos los niveles.

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Créditos fotográficos: bluebay

En este proceso, a los negocios no les queda otra opción que hacerse más fuertes. Es un aspecto relacionado con la estrategia, pero no deja de ser también una cuestión de arquitectura. La mayoría de las empresas se han dado cuenta de que necesitan un replanteamiento en cuanto a:

  • La forma en que se relacionan con sus clientes.
  • La velocidad a la que entregan sus productos y servicios.
  • El modo de enfocar la innovación.
  • Su capacidad de resistencia.
  • La fiabilidad de sus operaciones y la seguridad de sus procesos.

La tecnología es el ingrediente estrella en una receta donde el talento marca la diferencia entre unas organizaciones y otras. Porque la verdadera transformación digital es un proceso y, para no perderse en él es preciso contar con el método adecuado, que no es otro que el que permite introducir:

  • Por una parte, los cambios que se precisan en los modelos de negocio, que dependerán de cada organización y del nivel de madurez que haya podido alcanzar.
  • Y, por otra, la visión para saber aprovechar las competencias digitales que impulsan la revolución tecnológica.

 

Descarga la Guía hacia la Transformación Digital de los negocios

 

Arquitectura de la madurez digital: el respaldo que las empresas necesitan para su propia revolución tecnológica

El cambio efectivo necesita de una buena preparación. La transformación digital es multifacética y se produce a un ritmo acelerado. Por eso, el liderazgo debe ocuparse de iniciar el proceso de cambio, siendo conscientes de que se trata tanto de una revolución tecnológica como de una evolución cultural, de ahí que se pueda calificar, no ya de digitalización (un término que se limita a hacer mención a los avances y no hace hincapié en la dimensión social del proceso), sino de revolución digital.

El sistema de valores corporativo, la forma de trabajar de los usuarios de negocio y la manera de relacionarse con socios, proveedores y clientes, todo va a cambiar, ya está cambiando. El nuevo modelo operativo necesita superar las barreras de entrada para demostrar su preparación y, para conseguirlo, cada organización tendrá que encargarse de definir los objetivos que den forma a su estrategia que, salvando peculiaridades, deben, al menos, partir de metas como:

  • Mejorar la estrategia de cliente.
  • Desarrollar capacidades de innovación en productos y servicios.
  • Alinear la estrategia comercial con los nuevos requerimientos de la era digital.
  • Dominar el marketing digital.
  • Adaptar los modelos de negocio a la etapa de madurez digital que atraviesa la organización.

Desde el planteamiento de las metas hasta su consecución es cuando se producen los cambios más trascendentales del proceso de transformación que implica esta revolución tecnológica. Es preciso, además, recordar que este proceso no finalizará cuando se produzca su consecución, sino que seguirá ganando en ajuste iteración tras iteración.

En este camino, hace falta trabajar en 6 direcciones, que afectan invariablemente a la estructura de la organización:

  1. Diseño de la empresa y de los modelos operativos.
  2. Tecnología y sistemas.
  3. Nuevas formas de trabajo.
  4. Iniciativas de colaboración y cooperación.
  5. Optimización digital del cumplimiento normativo.
  6. Planificación financiera.

Los ajustes estructurales y el replanteamiento de procesos, perfilan los contornos del nuevo modelo empresarial que conducirá a la organización hacia la consolidación de su arquitectura de madurez digital. Dependiendo de las capacidades empresariales en el punto de partida, la transición será más o menos sencilla, más o menos rápida. Lograrlo es posible siempre que se cuente con apoyos como:

  • Una adecuada gestión del cambio.
  • Una cultura de empresa alineada con la transformación digital.
  • El soporte de la Alta Dirección.
  • Un gobierno digital consistente.
  • Una buena estrategia de seguridad.
  • Métodos para el análisis de la competencia y el mercado.
  • La apertura a la posibilidad de llevar a la práctica una estrategia de colaboración.

Es momento de ponerse en marcha. Hay que pensar en cuál será el impacto de la revolución tecnológica y cuáles sus efectos para el negocio. Hay que preocuparse por las posibles amenazas que la empresa deberá vencer en el proceso, en relación con el exterior, pero también en cuanto a las transformaciones que se produzcan internamente. No puede perderse de vista la importancia de prever las formas en que esta evolución puede transformar a los clientes, la industria y la empresa.

Pero hay que estar seguros de que el cambio va a merecer la pena, de que contribuye a aumentar las probabilidades de superar a la competencia y, sobre todo, que se va a surtir a la organización con un conjunto de capacidades renovadas, que le aportarán vitalidad y la robustecerán.

 

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