Como asegura la consultora McKinsey en uno de sus últimos estudios, las organizaciones que emplean Inteligencia Artificial (IA) tienen tres veces más probabilidades de lograr ganancias de más del 10%, sobre todo en áreas como marketing y ventas, desarrollo de productos y servicios o gestión de la cadena de suministro. En total, casi dos tercios de las compañías consultadas aumentaron sus ingresos tras implantar esta tecnología en sus unidades de negocio.
En el espacio del Business Intelligence (BI), la IA viene a cambiar las reglas del juego, ya que permite a una línea de negocio y, en general, a todos los empleados, extraer fácilmente conclusiones basadas en su propia información, sin una experiencia concreta en Ciencia de los Datos.
Estas conclusiones pueden convertirse fácilmente en decisiones y estrategias comerciales concretas, sin la intervención del departamento TI si no es necesaria. Por ello, aprovecha la potencia del lenguaje natural y del aprendizaje automático para interrelacionar los datos y llegar a inferencias que puedan traducirse en acciones de su día a día.
De hecho, permite a los empleados realizar preguntas en lenguaje común y obtener respuestas de la misma forma, accediendo a una visión más profunda del negocio, con la ayuda también de herramientas de exploración muy intuitivas. Guiado por estas preguntas del usuario, el sistema proporciona visuales, paneles de control y otras métricas, con datos convincentes, concisos y explicables.
Además, la Inteligencia Artificial aplicada al BI permite limpiar y preparar automáticamente esta materia prima para su análisis, lo que antes suponía una tarea larga y tediosa para analistas y líneas de negocio.
En algún sentido, su aplicación viene a “democratizar” el acceso a estos recursos, ya que todos los empleados pueden aprovecharlos de forma fácil y directa. Dicho de otra manera, permite a los usuarios mantener una conversación bidireccional con sus datos para tomar decisiones más eficaces y fiables.
También les ayuda a definir e imaginar escenarios potenciales y observar cuáles serían sus resultados, con diferentes medidas adoptadas, lo que facilita mucho la toma de decisiones. Incluso, puede utilizar diferentes conjuntos de datos para descubrir hechos ocultos y presentarlos en visualizaciones atractivas y eficaces, incluso sugerir preguntas que podrían resultar útiles.
Lo ideal es iniciarse con aspectos básicos de una actividad, como determinar cuál es el rendimiento de una tienda, división o parte del negocio, en un periodo concreto, y el propio sistema puede sugerir nuevas formas de explorar los datos para obtener información adicional o nuevas ideas.
La exploración también resulta muy interesante, ya que permite profundizar en diferentes formas y niveles de los datos, además de favorecer su visualización en formatos que estimulan la imaginación de los profesionales que, encontrando así nuevos campos para avanzar.
Cuanto más interactúa un usuario con una herramienta de BI, mejores respuestas obtiene, en forma de pronósticos cada vez más afinados y eficaces o, incluso, descubriendo otros escenarios alternativos más interesantes.
En resumen, la Inteligencia Artificial aplicada al Business Intelligence es un elemento diferencial clave en la actual dinámica de mercado. Las empresas que lo utilizan logran importantes éxitos y ventajas frente a otras que no lo hacen.
Aprovechar su adopción, para ajustar los modelos de negocio y las operaciones a las dinámicas de mercado, constituye la mejor alternativa para obtener el máximo partido del principal activo de la organización actual: sus datos.