Lo único seguro de la transición hacia el Cloud es que será inevitable.Todas las empresas, más allá de su tamaño, actividad u operativa interna, tendrán que transitar hacia este nuevo entorno y trasladar a él buena parte de sus sistemas y aplicaciones. Así lo atestiguan analistas, expertos y la propia evidencia del mercado, que no deja de aumentar en todo el mundo. Ya no se trata de una tendencia más o de una moda pasajera, sino de una urgencia que en muchos casos incluso desafía el porvenir de los negocios.
A este ritmo, en muy poco tiempo, el cien por cien de las compañías tendrá parte o toda su operativa alojada en el Cloud, por lo que todas ellas deberán abordar una reubicación de los recursos que ahora se encuentran en data centers locales.
Cuando se dan los primeros pasos hacia el Cloud, resulta fundamental conjugar la libertad de elección del proveedor de infraestructura con la lógica que imponen los procesos internos de cada organización, con frecuencia islas independientes que no encajan bien en un engranaje tecnológico completo que avanza y evoluciona constantemente.
Cualquier empresa que quiera utilizar el Cloud, pero manteniendo el gobierno de sus procesos, tendrá que compatibilizar su entorno privado con la nube pública y hacerlo implica un compromiso a largo plazo que debe estar soportado sobre bases sólidas desde el inicio.
Esta evolución ya no es un campo vedado a las compañías más grandes, enormes corporaciones con extensas infraestructuras que conviene redefinir desde sus cimientos. Cada vez más, las medianas y pequeñas empresas también tienen que afrontar la migración de buena parte de su operativa, sistemas, ampliaciones y datos.
Pero no es este un esfuerzo meramente tecnológico y reservado al departamento de TI. Cada vez más, los responsables del negocio se preguntan sobre esta posibilidad, como forma de prestar un mejor servicio a sus clientes, modernizar su toma de decisiones y, a la postre, optimizar sus recursos, reduciendo costes e ineficiencias.
Para ellos es muy sano reconocer que, no obstante, el Cloud no es una alternativa de bajo coste, ni una solución que viene a paliar todos sus males. Se trata de una opción eficaz, sin duda, pero es mucho más. Para empezar, está alineada con la forma de hacer negocios de nuestros días y aporta flexibilidad y agilidad a cada empresa y a sus equipos de desarrollo. Pero, además, aumenta las alternativas tecnológicas disponibles y la capacidad de elección, ofreciendo una forma de crecimiento escalonado, a la medida de cada negocio, de sus necesidades y exigencias de sus clientes.
Además, aporta un marco único para operar, crecer y adaptarse a las nuevas posibilidades de los mercados, eliminando muchas ataduras del pasado y que tienen que ver con la rigidez de los data centers convencionales.
En resumen, la alternativa Cloud se está confirmando como tendencia clave para el próximo futuro de las organizaciones que quieran dar un salto de productividad y eficacia, en una decisión que puede pautarse a la medida y ritmo de cada negocio, adaptando el formato y la velocidad a la que cada realidad empresarial se inicia en esta nueva era tecnológica.