La siguiente evolución del Storage está en ciernes y tiene todo el sentido que sea Cloud, por su capacidad de adaptarse a los retos de cualquier compañía. Los costes de Storage tienen que ser ya siempre operativos: “estoy dispuesto a pagar lo que me cuesta mantener la información que da sentido a mi actividad, al negocio y a las demandas de los clientes, pero nada más”.
Cierto es que aún no es la norma y a muchas empresas les cuesta cambiar su modelo tradicional de disponibilidad de los datos. Por ejemplo, hablar en términos de coste mensual o diario de ese recurso les resulta extraño todavía. Pero hoy la tendencia es calcular el coste de la operativa en todos sus aspectos, también en cuanto al almacenamiento, y hacerlo en tiempo real. Es decir, calcular el Opex continuamente.
Ahí es donde el Cloud sale como claro vencedor, a la hora de demostrar que existe un coste asociado al dato, que se relaciona con el proyecto y el cliente concreto. Y, en este punto, las organizaciones están más dispuestas a escuchar. Igual que si hablamos de cumplimiento normativo, en materia de protección de datos, otro reto para la economía actual.
La nube pública puede formar parte de una estrategia corporativa, si es capaz de garantizar que se cumple el marco regulatorio, en cuanto a seguridad y fiabilidad de los datos, sobre todo personales. En este mundo abierto, la privacidad de los datos puede marcar la diferencia. De hecho, se recomienda la nube pública para algunas aplicaciones o datos no demasiado críticos para el negocio, pero que utiliza millones de registros personales.
También hay que considerar el coste del personal especializado, su valor para el negocio y las dificultades para encontrar ciertos perfiles muy específicos.
Todos los mencionados son aspectos vinculados al Opex, al coste real del almacenamiento en el día a día de una organización, pero su relación con las inversiones en nuevas instalaciones también debe incluirse en un análisis exhaustivo del storage. De hecho, muchas compañías siguen retrasando su transformación y utilizan los clásicos ciclos de renovación de instalaciones para emprender iniciativas al respecto.
Proyectos de renovación cíclicos que aumentan las capacidades cada tres o cuatro años, en función del momento de cada compañía, más o menos prometedor. Todo lo contrario en un mundo Cloud, donde cada uno adapta sus capacidades al preciso instante del que hablemos.
Por lo tanto, y al final, hablamos de coste de propiedad o de operativa, de recurso estático o dinámico, rígido o flexible, estándar o personalizado, para mí o para todo el mundo, de traje a medida o pret-a-porter. De gasto o inversión, incluso mejor, de ambos a la vez.
En definitiva, los retos del Storage son innumerables, tienen que ver con capacidad y precio, claro, pero este es un momento ideal para resolver la inevitable relación coste/rendimiento del almacenamiento, tanto de recursos clásicos como modernos, alternativas propietarias o en Cloud.
Las opciones son hoy más amplias y flexibles, para responder a cada caso concreto y necesidad, con eficacia, gastos controlados y hoja de ruta clara hacia el futuro, que calcule estatus actual y potencial de crecimiento, costes de mantenimiento y renovación, inversiones previstas y expectativas a alcanzar, en cuanto a valor comercial, sobre todo.
Los tradicionales arrays de almacenamiento exigen mucho tiempo de dedicación a procesos tediosos y mecánicos que no aportan valor, con la obligatoria manipulación física de sus componentes (racks y pilas de cintas, cableado y elementos físicos) que se evitan con el modelo STaaS, en el que la responsabilidad de todas estas tareas de mantenimiento de hardware y actualizaciones de firmware pasan a manos del proveedor, quien es responsable directo de todo el funcionamiento y fiabilidad del sistema, así como de futuras instalaciones y migraciones, de forma segura y sin interrupciones del servicio.
En definitiva, un futuro en el que se manejen eficazmente silos clásicos de la empresa, su propia infraestructura de almacenamiento, sin fallos estratégicas para la organización, con total elasticidad y en función del rendimiento, capacidad necesaria y expectativas de cada cliente, manteniendo además el control total de los costes a largo plazo.