A principios de este mes hemos conocido la primera multa impuesta a una empresa por incumplir la GDPR europea. Sancionada en Alemania, ascendió a 20.000 euros, como consecuencia de la filtración de 808.000 direcciones de correo y más de 1,8 millones de “nombres de usuario”, con sus respectivas contraseñas. Conocidos los datos, surge casi automáticamente la siguiente pregunta: la penalización ¿es lo suficientemente disuasoria?
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