En el futuro ya no existirá el debate entre entornos on-premise o cloud. Todos los entornos virtualizados tendrán algún componente de ambos mundos, para ser 100% productivos, seguros y sin interrupciones, flexibles y que puedan afrontar cualquier nuevo proyecto con todos los recursos bajo demanda, vía cualquier dispositivo de acceso y aplicación que lo requiera. Y con la máxima seguridad en todo momento.
El futuro de la virtualización ya ha sido adelantado por expertos y analistas, que ponen de relieve el gran interés que las organizaciones están dedicándole. Algunos interpretan positivamente, por ejemplo, los aspectos ambientales que subyacen a una infraestructura virtual y al aprovechamiento de recursos ya existentes, lo que reporta obvios ahorros en costes y eficiencia energética. Menos máquinas físicas conectadas, pero de forma más eficaz.
De hecho, se calcula en ámbitos científicos que 200 servidores virtualizados reportarían a una gran empresa ahorros de 1 millón de dólares en el plazo de tres años. Mientras que un pequeño negocio podría reducir sus gastos en unos 700 dólares, y casi 10.000 kW/h., por cada servidor que virtualice, aparte del espacio físico y las necesidades de climatización que impone el hardware tradicional.
Existen otros factores de productividad que también respaldan la virtualización como alternativa de futuro. Por ejemplo, el paso a máquinas virtuales supone un incremento del tiempo de operación efectivo (reducción del downtime), un incremento de la flexibilidad, en caso de averías de hardware (una máquina virtual puede ser trasladada a otra plataforma de manera prácticamente inmediata), así como mayores facilidades de cara a la realización de backups y procedimientos de recuperación en caso de desastre.
La evolución del software de virtualización ha dado un paso fundamental en los últimos años, al desarrollar tecnologías que son capaces de generar servidores virtuales a gran velocidad, pero también evitar la clásica división entre infraestructura productiva y no productiva, al no ser necesario ya reservar un espacio del servidor virtual para garantizar la seguridad de los datos, lo que ha venido a disparar sus prestaciones.
El otro elemento disruptor que le afecta directamente, y seguirá siendo relevante en su diseño, es el Cloud en sus diferentes combinaciones; pública, privada o híbrida. Los analistas ven también aquí un avance claro de la virtualización y de diferentes versiones de servicios a su alrededor, como el software de gestión de contenedores en nube pública, entre otras modalidades. La idea es que se pueden invocar desde múltiples nubes y dispositivos diferentes, lo que crea un entorno mucho más dinámico.
Esto planteará diversas alternativas al futuro CIO, quien tendrá que dominar las diferentes tipologías de virtualización para encontrar la alternativa más adecuada a su negocio y actividad.
Pero, todo apunta a que el mundo estará muy pronto conectado por una sola red, independiente de la infraestructura física, es decir, 100% virtualizada. Su estructura estará integrada por módulos de software que se invocarán, según las necesidades de cada aplicación.
Y, todo ello, exigirá un cambio de mentalidad en los profesionales y las empresas, que olvidarán las tareas de configuración de múltiples dispositivos, para centrarse en software que dote a cada uno de ellos de las capacidades de red, almacenamiento o proceso que requiera el usuario en cada momento.
Es decir, todos los recursos de información y comunicación en enormes redes virtuales, con miles de instancias, que al final vendrán definidas por el software y las aplicaciones que se precisen en cada momento y que estarán respaldadas por centros de datos, redes y recursos de almacenamiento también virtuales.