Hasta no hace mucho tiempo, las grandes organizaciones concebían el almacenamiento de datos como una tarea estrechamente vinculada a su seguridad. Se centraban, por ello, en la simple réplica de la información albergada en su centro de datos, en otro de análogas características, bien fuera para poder recuperar ésta en caso de desastre, o para garantizar el cumplimiento de requerimientos legales. Un ejercicio de duplicación que, además de disparar los costes del almacenamiento, se corresponde con un periodo, ya superado, en el que las compañías todavía ponían su foco de atención en las infraestructuras de IT, en lugar de hacerlo en la información.
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