Ya no es una tendencia de futuro, ni un argumento típico de los análisis de mercado. Veinte años después de su debut, Internet de las cosa es una tecnología real, que se ha plasmado en escenarios actuales y que ha demostrado su eficacia sobre el terreno.
Hasta el punto de que, en el próximo ejercicio 2020, habrá más de 26.000 millones de dispositivos IoT conectados a Internet, según las últimas estimaciones. Cifras que hablan de miles de proyectos en marcha, de centenares de empresas involucradas y de un mercado en ciernes más que prometedor.
Incluso otras fuentes llegan a doblar las cifras mencionadas y seguramente existe consenso general sobre que IoT se convertirá en uno de los fenómenos tecnológicos de la próxima década, con aplicaciones en múltiples disciplinas; desde reducción de riesgos, a mejora operativa o desarrollo de nuevos productos y servicios avanzados, que además aporten confianza a los clientes.
Su presencia será visible también en múltiples sectores, desde compañías de servicios o atención al cliente, hasta múltiples industrias, servicios públicos, administración, en todo tipo de comercios o entidades financieras, donde los datos arrojados por sensores y terminales conectados podrán utilizarse de forma comercial, para labores de vigilancia, mejor conocimiento de los clientes, control de la calidad del aire, buen uso de los recursos energéticos o control de tráfico, entre otras muchas posibilidades.
Dotar de inteligencia las cosas más cotidianas; desde la domótica de nuestra casa a los robots que utilizaremos en el trabajo o los sensores de cualquier automóvil, el alumbrado público o los servicios de limpieza, nos llevará algún día a controlarlo todo vía esta tecnología respaldado por Internet y la tecnología inalámbrica.
Bien es cierto que las redes de comunicaciones actuales deben evolucionar hacia el próximo protocolo móvil 5G, por necesidades obvias de cobertura y prestaciones superiores a las de las actuales tecnologías móviles. Además, los operadores de telecomunicaciones deberán apostar por ella, igual que en su día hicieron con 4G y los smartphones más potentes para transmitir video en tiempo real, cuando apenas se utilizaban los SMS.
Ese escenario está más próximo que nunca y la mayoría de los especialistas consideran que los JJOO de Tokio del próximo verano constituyen el verdadero pistoletazo de salida para la nueva generación móvil, que dará vida a los más modernos desarrollos de Internet de las Cosas y que después generará cientos de aplicaciones a medida, para cada circunstancia y entorno de desarrollo.
Veremos en pocos meses multitud de nuevas iniciativas en este campo, que doten de conexión a muy diferentes objetos, de forma que sea posible su gestión remota, en todo momento y desde cualquier lugar.
Será entonces cuando esta tecnología, surgida en los laboratorios del MIT a primeros de siglo, provoque una gran ola de desarrollo de proyectos y productos que, con una simple etiqueta de radio, podrán ser controlados remotamente para hacer nuestras vidas mucho más fáciles y productivas.