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Asegurar el objetivo que persigue el Cuadro de Mando

Publicado el 17/09/13 9:00

Hablar de necesidades es hablar de objetivos. Lo que una persona espera de un cuadro de mando marca las directrices de lo que busca:

  • Simplificación: el cuadro de mando debe facilitar la tarea, nunca hacerla más compleja.

  • Argumentación: tiene que servir como medio de prueba, al mismo tiempo que facilita la comparación y ayuda a detallar.

  • Capacidad de análisis e interpretación: se debe ver beneficiada, reforzada y mejorada y para ello hay que tener la seguridad de que la información que el cuadro de mando ofrece sea veraz.

  • Accesibilidad: tiene que ser posible consultar el cuadro de mando en cualquier momento y desde cualquier lugar. Esto implica el poder hacerlo desde dispositivos móviles, online y offline, con o sin cobertura 3G. Dentro de la simplicidad de uso del cuadro de mando, éste debe permitir su acceso desde diversos métodos y distintos horarios, que no tiene por qué estar ligados a la clásica jornada laboral o a la concepción tradicional de puesto de trabajo.

  • Automatización y auditoría: además de transmitir agilidad, es necesario que permita conocer quién ha accedido a qué información, un aspecto muy importante a la hora de determinar el éxito del propio cuadro de mando en función de la usabilidad y de justificar la inversión.

  • Enfoque: va ligado a la necesidad de comunicación de la estrategia y objetivos a los empleados. Todos los miembros de la organización deben compartir una visión única y consensuada, tarea que se facilita con el cuadro de mando adecuado.

  • Integración: se pueden integrar tanto diferentes perfiles de usuario, como diferentes perspectivas de distintas áreas de negocio, sus datos correspondientes y también otras herramientas y otras plataformas, todo ello englobado en el enfoque único que se busca.

  • Legitimidad: que va un paso más allá de la simple exposición de un resultado, ya que permite justificar cualquier información o dato mediante a una herramienta de soporte como el cuadro de mando.

Una vez implantado el cuadro de mando, el trabajo no termina ahí. Hace falta mantener un control, que materializa gracias a la función de auditoría, para conocer si la herramienta se usa de la forma correcta y cuáles son las aplicaciones más y menos utilizadas, de forma que se puedan hacer los ajustes que se considere oportuno, garantizando que su efectividad sigue siendo tan alta como el primer día de implantación.

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