Podría parecer a simple vista que la detección del fraude y de otras actividades ilícitas que pueden comprometer, en múltiples sentidos, a las organizaciones se circunscribe a sectores muy concretos y específicos de la actividad empresarial, principalmente al bancario y al de los seguros y reaseguros.
No obstante, con la progresiva internacionalización de la cadena de suministro y la globalización de los mercados, muchas de las operaciones clave de prácticamente cualquier compañía se llevan a cabo, hoy, en un contexto eminentemente tecnológico, con comunicaciones y transacciones que se realizan de un modo remoto, no presencial y a través de una variedad cada vez mayor de canales. Transacciones que, por su naturaleza, están fuertemente condicionadas y amenazadas por estos riesgos.
Nuevas soluciones tecnológicas para la detección del fraude
El nuevo ecosistema tecnológico está repleto de facilidades, sin duda; pero a la vez también presenta importantes riesgos en cuanto a la seguridad, la prevención y la detección del fraude. Riesgos que se asocian de un modo muy directo con la confirmación de la identidad y la autenticación de las partes implicadas en las transacciones digitales, asuntos que plantean retos importantes en lo que a desarrollo de nuevas soluciones se refiere.
Así como las nuevas tecnologías se hallan en constante evolución, también progresan y se sofistican los riesgos y las amenazas que afronta cualquier sistema de seguridad. En cuanto a los riesgos, podríamos establecer dos grandes grupos:
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Los que afrontas las organizaciones que no disponen de sistemas de seguridad adecuados.
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Los que deben asumir los propios sistemas y medidas de seguridad, los cuales en ningún momento deben suponerse infalibles y requieren de constantes actualizaciones para rendir óptimamente.
Estos últimos son los que presentan mayores dificultades de resolución. Los modelos tradicionales de gestión de la seguridad y detección del fraude se han visto enormemente superados por las posibilidades de suplantación y falsificación de la identidad en entornos digitales, por las nuevas necesidades y posibilidades de acceso (multidispositivo y multicanal) a las bases de datos corporativas, y por las dificultades que supone (en tiempo y esfuerzo) calibrar convenientemente las nuevas amenazas a causa de su número, la diversidad de riesgos que presentan y la complejidad creciente que revisten.
Pese a todo, las últimas soluciones propuestas por los principales desarrolladores parecen estar a la altura de estos retos, eso sí, cambiando sustancialmente el panorama de la seguridad en BI. Un conjunto de herramientas de nueva generación que responden a un modelo de seguridad más simple para el usuario, pero a la vez mucho más robusto, complejo y eficaz. Un modelo que nuevo cuño, fundamentado en el análisis de mayores volúmenes de datos procedentes de una gran diversidad de fuentes e indicadores de fraude basados en evidencias para establecer parámetros de seguridad más eficaces y eficientes.
Las ventajas de este nuevo modelo de seguridad y detección del fraude basado en evidencias (abanderado por los desarrolladores de IBM) se pueden resumir en tres:
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Reducción de falsos positivos-negativos: la inclusión de herramientas específicas de verificación y autenticación reducen significativamente el porcentaje de falsos positivos (y negativos) detectados.
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Reducción del impacto operacional: permite priorizar casos y responder de un modo proactivo ante las posibles amenazas según el nivel de riesgo que plantean.
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Mejora de la experiencia del cliente, uno de los objetivos últimos que cualquier sistema de seguridad que se cumple con lo que se deriva reduciendo el impacto de los falsos positivos en la detección del fraude, evitando inconveniencias y garantizando un servicio más fluido, estable y seguro a los clientes.
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