A menudo se concibe el CMI, o cuadro de mando integral (Balanced Scorecard) como un mero sistema de medición (measurement system) del desempeño de las operaciones clave de una empresa u organización. Y efectivamente, esta es una de las tareas principales, una de las misiones más importantes reservadas al cuadro de mando integral. Sin embargo, el CMI es mucho más que un sistema de medición.
El cuadro de mando integral como performance measurement system
En anteriores ocasiones hemos hablado largo y tendido sobre el cuadro de mando integral viendo cómo diseñar e implementar un CMI, estudiando sus distintas perspectivas, enumerando sus componentes principales atendiendo a algunas de sus aplicaciones en un contexto de Business Intelligence.
Respecto a esto último, y en concreto en referencia a los elementos que lo componen, hemos tratado con una cierta profundidad 2 componentes fundamentales e íntimamente relacionados entre sí:
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los KPI, o indicadores clave de rendimiento
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las métricas de desempeño, o performance metrics
Siendo los KPI elementos centrales de la estructura de un cuadro de mando integral, y las métricas de desempeño el instrumento fundamental que nos permite medir el rendimiento de procesos y actividades en relación con los avances esperados en el desarrollo de la estrategia corporativa, parecería evidente que una de las funciones clave que juega el CMI es erigirse como sistema de medición del desempeño, o performance measurement system. Sin embargo, y como veremos a continuación, el papel que juega en un contexto corporativo va mucho más allá de la mera y simple medición.
El CMI: un sistema de gestión
Cuando decimos que el cuadro de mando integral traduce la estrategia corporativa en planes de acción y actividades corporativas, y que permite comunicar las estrategias adoptadas a todos los niveles y miembros de la organización, lo que estamos afirmando en resumidas cuentas es que el CMI es, principalmente y ante todo, un sistema de gestión.
Así pues, la medición del rendimiento es tan solo uno de los muchos procesos (y ciertamente, uno de los más importantes) que tienen lugar en el cuadro de mando; una de las actividades primordiales de las que el CMI es principalmente responsable, sí, pero que de ningún modo confiere el objetivo último al que apunta un cuadro de mando.
Por contra, si tratásemos de describir sus propósitos fundamentales, advertiríamos también en ellos el fuerte carácter de sistema de gestión que presenta un CMI:
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Como ya hemos comentado anteriormente, el cuadro de mando traduce en operaciones la estrategia corporativa.
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Por lo anterior, permite alinear los procesos y las actividades de la organización con la estrategia definida.
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Comunica y transmite a todos los niveles de la organización la estrategia corporativa y los cambios que en ella se realizan.
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Complementa los indicadores financieros con los no-financieros, y la medición de procesos tangibles con la de procesos intangibles (escenarios posibles, oportunidades de proyección...) permitiendo estabilizar resultados y sosteniéndolos en el tiempo: con ello consigue mantener el equilibrio necesario entre estrategia y resultados para la toma de decisiones a medio y largo plazo.
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