Los dashboards, paneles de control o tablas de indicadores (importante no confundirlos con el Cuadro de Mando Integral, una herramienta con un nombre similar pero más compleja, que a su vez puede incorporar aplicaciones como los dashboards) son interfaces que muestran informaciones relevantes, en tiempo real o diferido, con o sin conexión a redes de datos e Internet (online u offline) sobre el estado, el desempeño y la evolución de procesos y actividades clave para la organización.
Los paneles de visualización, pese a ser precisamente eso (interfaces), en numerosas ocasiones representan el último eslabón previo a la toma de decisiones. Por este motivo, sobre ellos recae el peso de traducir adecuadamente los datos en informaciones, de modo que estas redunden en un mayor y mejor conocimiento de la organización, se reduzcan los riesgos y aumenten las probabilidades de éxito para las decisiones tomadas en base a este conocimiento.
Entendiendo los dashboards: métricas y KPI
En primer lugar, se debe aclarar que los dashboards en entornos Business Intelligence se erigen como una de las aplicaciones más versátiles y adaptables a las necesidades de cada usuario. La rigidez no es una buena aliada de los paneles de visualización o control, y cada vez más la apuesta por el autoservicio (la demanda personalizada de exposición de datos relevantes para fines concretos y puntuales) guía los pasos del desarrollo de dashboards más eficientes, potentes y efectivos.
Dicho esto, ya podemos entender hasta qué punto los paneles de visualización aportan la flexibilidad y la agilidad necesarias a los proyectos BI. Sin embargo, su importancia no radica solo en esto sino también, y muy principalmente, en el aporte de conocimiento sobre la organización que brindan al usuario.
Un conocimiento que, a diferencia de otros recursos BI que cumplen con fines similares, no «surge», no «emerge» estrictamente de los datos en un sentido vertical y ascendente (donde la toma de decisiones ocuparía el puesto superior), sino que parte de unas intenciones claras y predefinidas por el usuario, que en función de sus intereses y necesidades realiza una consulta específica, tras la cual se seleccionan y se muestran los datos considerados más relevantes.
Un conocimiento de la organización que podríamos definir «bajo demanda», que sigue primero un sentido descendente (de las decisiones a tomar hasta los datos requeridos) en el momento de la consulta, retornando hasta el usuario con la respuesta demandada en forma de métricas e informes.
No cabe duda que la importancia de estas métricas e informes juega un papel fundamental en la generación de conocimiento; métricas que a su vez se forjan con datos, y que a su turno serán consideradas en función de otros elementos clave en los dashboards: los indicadores clave de rendimiento (o KPI).
La vinculación de los dashboards con las metas concretas a alcanzar, que como hemos visto son el origen, el punto de partida de la demanda de información realizada por el usuario del panel, se materializa en la selección y la implementación de los KPI más adecuados para cada tipo de métrica.
En definitiva, objetivos o metas a cumplir, decisiones a tomar, conocimiento a adquirir y demanda de información activan el engranaje funcional de los dashboards, que responden a la demanda con métricas personalizadas construidas a partir de los datos considerados relevantes para el aporte de conocimiento sobre el aspecto requerido de la organización, vinculados al cumplimiento de los objetivos establecidos mediante los indicadores oportunos.
Para ampliar la información sobre la cuestión, recomendamos la descarga y lectura de la guía Dashboards: una visión de gran alcance, un recurso completamente gratuito disponible en el apartado de recursos formativos de este mismo blog.
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