En una economía globalizada, en la que el ritmo al que se realizan transacciones y se movilizan recursos, productos y servicios se ha acelerado gracias al desarrollo tecnológico. Quienes toman decisiones ejecutivas en grandes organizaciones necesitan hacerlo apoyándose en información actualizada de calidad, que no dé lugar a equívocos y resulte útil para obtener ventajas competitivas que impulsen los resultados del negocio.
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No exageramos al afirmar que la optimización de la mayoría de los procesos corporativos (desde los destinados a fortalecer el negocio, mejorando la relación con socios y clientes, hasta los relativos a identificar buenas inversiones o adquisiciones) depende del manejo de buena información.
Por ese motivo, supervisar la calidad de los datos que circulan dentro de la organización ha pasado, de ser una responsabilidad atribuida al departamento de TI, a convertirse en una tarea prioritaria para todos los equipos de todos los departamentos.
Esta tarea, además de ser más importante que nunca, también se ha vuelto más compleja. Las organizaciones llevan décadas beneficiándose del uso de las TIC, implementando ERPs, CRMs y plataformas de Business Intelligence que les han ayudado a mejorar procesos, conocer mejor qué necesitan los clientes y tomar buenas decisiones estratégicas.
Acostumbradas a recabar, almacenar y analizar datos más o menos estructurados, las organizaciones se ven ahora en la tesitura de adaptarse a un contexto, impulsado por la transformación digital, en el que la proliferación de información procedente de fuentes muy diversas, que puede recabarse a gran velocidad y está disponible en multitud de formatos, plantea tanto nuevas oportunidades como riesgos.
Del dato Babélico al Dato Maestro
De no organizarse de acuerdo con criterios bien definidos, la gestión de los diferentes tipos de datos que maneja una organización puede desembocar en una confusión de dimensiones babélicas. Todo lo opuesto a lo que una organización necesita, que es disponer de datos coherentes, limpios y fidedignos para mejorar sus resultados a todos los niveles.
Como decimos, la tarea no es fácil debido a que, en la actualidad, las organizaciones manejan datos estructurados (como los procedentes de sus ERP o CRM); no estructurados (extraídos de emails, PDFs, artículos de análisis, apps corporativas…); transaccionales (fruto de operaciones de negocio tanto monetarias como no monetarias); metadatos (“datos sobre datos” que pueden almacenarse en formatos distintos y estar organizados según criterios diferentes); datos jerarquizados (útiles para conocer las relaciones entre datos establecidas de acuerdo con criterios como la estructura organizativa de la empresa), etc.
Así las cosas, separar el grano de la paja y poder gracias a ello establecer relaciones coherentes entre los datos, requiere establecer un método que lleve a integrarlos y permita definir, y organizar, la gestión del que llamamos dato maestro. Preciso, completo, igual para todos, fiable, fácil de analizar, distribuir y visualizar, el dato maestro ha de convertirse en la piedra angular sobre la que levantar la estandarización de la información corporativa que conduzca a obtener mejores resultados.
Disponer una tecnología MDM (de Gestión del Dato Maestro) que ayude a llevar a cabo ese proceso sienta las bases de la infraestructura IT del futuro, al favorecer en la organización:
- El acceso a un dato de calidad para cualquier usuario, sea cual fuere su rol.
- El fortalecimiento de la confianza, al facilitar que se maneje una “materia prima” de alta calidad que lleva a tomar mejores decisiones.
- La eficacia derivada de disponer de un flujo de datos limpios y útiles para mejorar los tiempos de ejecución, cooperar mejor con socios comerciales, identificar áreas donde se deba mejorar y encontrar nuevas oportunidades de negocio gracias a la obtención de una visión más amplia de las necesidades del cliente.
Puede ampliar la información descargando nuestra guía sobre "Gestión de datos maestros. Primer paso hacia una visión única del cliente".