La extensión del uso cotidiano y permanente de dispositivos portátiles conectados en red, y la proliferación de todo tipo de sensores inteligentes (IoT), trae consigo un aumento significativo de la cantidad de datos que las empresas pueden almacenar, procesar y analizar en busca de nuevas oportunidades de negocio. Junto con esa posibilidad tan provechosa para sus fines, también crecen a un ritmo paralelo sus obligaciones en materia de privacidad, ligadas al derecho que la ley reconoce a los emisores de esos datos, sean personas físicas o jurídicas, de que se preserven frente a intrusiones no deseadas.
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