Prácticamente desde su primera formulación, el término Biga Data ha generado grandes y fuertes controversias, muchas de ellas relacionadas con sus posibles aplicaciones fuera del ámbito de los negocios.
Los argumentos de las voces más críticas con Big Data están estrechamente relacionados con un posible uso ilegítimo, e incluso con un uso fraudulento de datos personales albergados en bases públicas y/o corporativas, advirtiendo de las consecuencias que estas aplicaciones pueden llegar a tener, por ejemplo, sobre la privacidad. Sin embargo, y sin quitar hierro a la cuestión, Big Data también posee una cara amable que nunca está de más volver a recordar.
Big Data: la mejora del bienestar y la seguridad
Hace unas semanas descubríamos que el universo de aplicaciones de Big Data y herramientas de análisis de datos es prácticamente insondable. Desde la investigación científica hasta su uso con fines humanitarios, Big Data no solo es sinónimo de amenaza a la privacidad del público cuando se plantea fuera de su terreno de aplicación originaria (los negocios).
Claro que Big Data tiene una cara oculta y que algunas de sus aplicaciones no serían deseables desde un punto de vista ético (a veces, tampoco desde un punto de vista legal). Pero esto no representa en sí un argumento para su aceptación o no aceptación; el debate sobre Big Data no debería girar entorno a esta cuestión ya que, hoy, su existencia es una realidad empíricamente incontestable (incluso necesaria). Big Data no es algo que debamos aceptar o repudiar, sino el resultado de los últimos avances tecnológicos que, como los demás progresos de esta naturaleza, exigen que los aprendamos a manejar y explotar debidamente.
Por ello resulta necesario conocer tanto los aspectos positivos como los negativos (que los hay) de Big Data en cuanto a sus posibles aplicaciones, advirtiendo hasta qué punto analizar sus usos negativos puede dar lugar a descubrir su contraparte positiva.
Pongamos un ejemplo de manos de la seguridad y la protección de la privacidad, un asunto en el que se han pronunciado un buen número de expertos. Según muchos de ellos, el riesgo de acceso no consentido a datos personales albergados en grandes bases de datos por parte de organizaciones privadas y agencias públicas, y de su consiguiente uso ilegítimo ciertamente existe, pero es un riesgo implícito en la existencia misma de Big Data. A la vez, destacan que este hecho propicia un necesario debate legal, que fragua en la aprobación leyes de protección de la intimidad y la privacidad; también este debate estimula la investigación y mejora el conocimiento general sobre Big Data, propiciando el desarrollo de un amplio abanico de soluciones que, basadas en el análisis de grandes volúmenes de datos, sirven a la mejora del nivel de bienestar y seguridad del conjunto de la población.
Este mayor conocimiento también evita, por otra parte, que los mitos que han proliferado alrededor de Big Data hallen eco entre la audiencia. Y sobre este asunto precisamente versa un recurso imprescindible para aprender descartar informaciones poco fundamentadas: la guía Los 15 mitos de Big Data, disponible completamente gratis en nuestra sección de guías y eBooks.
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