El impacto económico potencial del internet de las cosas podría alcanzar 2,3 billones de Dólares americanos en menos de diez años, sólo en lo concerniente al sector de producción, según publica McKinsey&Company en un reciente estudio. El dato no resulta tan sorprendente si se tiene en cuenta que son muchos los negocios que, explotando sus capacidades analíticas y apoyándose en big data, consiguen llenar los vacíos del ciclo de vida del producto.
Créditos fotográficos: istock Askold Romanov
Los datos que no dejan de llegarles gracias al internet de las cosas les permiten:
- Perfeccionar sus investigaciones de mercado.
- Mejorar su potencial innovador.
- Aumentar la calidad del seguimiento que se lleva a cabo sobre los productos en cartera.
Así, podría decirse que el internet de las cosas cumple tres funciones importantes para cualquier negocio que, al final, se relacionan con la mejora del servicio al cliente.
- Priorizar. En primer lugar, ayuda a establecer prioridades, ordenar y aclarar la confusión que la avalancha de datos actual puede causar a las organizaciones que, en demasiadas ocasiones no saben cómo lidiar con semejantes volúmenes de datos, heterogéneos, desestructurados y que reciben en tiempo real.
- Aumentar la eficiencia de los productos. Lograr que cubran las necesidades que plantea la demanda y superen expectativas. Conseguir que cada minuto y cada Euro invertidos en innovación den sus frutos, consolidándose en el mercado nada más se produce su lanzamiento.
- Mejorar el servicio. Optimizar la percepción que el cliente tiene de la empresa a través de una segmentación más precisa y una estrategia respaldada por datos objetivos y actuales; y, a partir de ahí estrechar el vínculo que le une a la organización.
El mismo informe asegura que más del ochenta por ciento de las empresas productoras se basarán en el internet de las cosas para su toma de decisiones estratégica, táctica y operativa.
Internet de las cosas, analítica predictiva y ciclo de vida del producto
Aplicando el análisis predictivo a través de diferentes etapas del ciclo de vida del producto y gracias al internet de las cosas, se puede convertir la información de que dispone una empresa en inteligencia valiosa. Es una forma más de monetizar big data.
Estas redes masivas de productos conectados representan una nueva forma de información. Más que simples datos se trata de inteligencia cuantificable que:
- Aporta visibilidad sobre el funcionamiento y el rendimiento de los productos, una vez que ya han salido de la fábrica, e incluso cuando son utilizados.
- Permite mejorar los modelos y procesos existentes, la calidad del servicio, la relación con los clientes, minimizar errores en la facturación, impulsar la innovación y lograr un mayor ajuste.
Eso sí, para hacerse realidad requiere de la infraestructura adecuada (a nivel informático y de comunicación), que permita a las empresas confiar en los sistemas basados en datos y lanzarse a una nueva forma de orientar sus operaciones en base a las siguientes 4 etapas de servicio:
1. Recogida de datos. Recolección, filtrado y presentación de datos de forma intuitiva, exacta y puntual, por supuesto, en tiempo real.
2. Agregación de la información. Se concentran los grupos de datos que aportan la información más significativa para los usuarios de negocio con el objetivo de satisfacer las necesidades de visibilidad sobre cada uno de los atributos específicos a evaluar. El análisis es un paso imprescindible que permite aumentar la velocidad de respuesta, sin perjuicio de la mejora en las capacidades de diagnóstico.
3. Aprendizaje automático. Aplicando técnicas de inteligencia artificial al estudio de los datos procedentes del internet de las cosas se consigue experimentar una capacidad predictiva sin precedentes. Mediante la cartografía de múltiples entradas a las operaciones históricas de los productos, es posible identificar las señales de advertencia de futuros problemas de funcionamiento.
4. Toma de acción. Se trata de la etapa más avanzada de todas las impulsadas por el internet de las cosas y abarca respuestas manuales y automatizadas orientadas a incorporar cambios directos en los productos que logren mejores resultados.
Pese a que el objetivo de las estrategias que incorporan el internet de las cosas es mejorar la experiencia del cliente, lo cierto es que no sólo se consigue optimizar el servicio o la relación con éste, sino que, aún más importante, se obran transformaciones en los propios productos que resultan clave para el futuro de las compañías.
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