El negocio digital ideal se anticipa a lo que quieren los clientes, es más sensible y es proactivo. Responde a una estrategia ágil y gana en solidez con el compromiso de los usuarios de negocio. Pero necesita de infraestructura, de herramientas y de talento para poder funcionar de forma óptima. Una infraestructura digital ineficiente y una planificación imperfecta de la experiencia del cliente pueden convertir las ganancias en pérdidas, pueden borrar de un plumazo el trabajo de meses por mejorar la satisfacción de un cliente y provocar su abandono. Además, es una de las causas del aumento de costes por ineficiencias en la cadena de suministro y por decisiones estratégicas mal informadas. ¿Cómo asumir algo así?
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