Mantener la posición de la compañía en el mercado es un imperativo de orden categórico, una necesidad fundamental que, dada la naturaleza cada vez más dinámica y cambiante del mercado, plantea retos de una envergadura que crece al compás de estos mismos cambios y dinamismos.
Las facilidades de acceso directo a los clientes propiciadas por el trepidante desarrollo y evolución de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación ha elevado los niveles de competencia a cotas insospechadas hace escasos lustros, otorgando a los consumidores un mayor poder de influencia, y obligando a las compañías a adoptar estrategias que permitan anticipar sus comportamientos y necesidades ya no únicamente para crecer, sino simplemente para mantener las posiciones conquistadas en sus mercados respectivos.
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