En este momento del año, en el que muchas compañías afrontan los últimos meses antes de su cierre contable, resulta interesante preguntarse por aquellas medidas económicas que pueden mejorar o aliviar las cuentas de cualquier organización. Como demuestra la experiencia, en muchas ocasiones, una pequeña acción (incluso insignificante a primera vista), puede desencadenar un círculo virtuoso que termina por arrojar enormes beneficios al cierre del ejercicio. Decisiones inteligentes que o resuelven alguna ineficiencia o extraen mucho valor de los mismos recursos. Y esa inteligencia la aportan hoy las tecnologías más disruptivas. Veamos algunos ejemplos de cómo los datos pueden tener un gran poder.
En 1987, American Airlines (AA) dejó de poner una aceituna –o más bien puso una menos– en las ensaladas que servía a bordo de sus vuelos, logrando un ahorro de 40.000 dólares anuales por avión. Esa medida, que parecía ser intrascendente y que ningún pasajero notó al degustar la ensalada, permitió cumplir el objetivo de reducir costes y constituyó un gran ejemplo de cómo la austeridad reporta pingües beneficios.
Veinte años más tarde, la misma aerolínea reemplazó los pesados carritos transportadores de bebidas a bordo, por otros (nueve kilos más ligeros), lo que supuso una disminución de 190 kilos en el pasaje y una reducción del consumo de combustible de sus aviones Boeing 777. Según cálculos de terceros, había logrado ahorrar 2.8 millones de dólares anuales.
Contada así, la experiencia de la compañía aérea parece una historia de decisiones fáciles más acciones automáticas, y muy obvias. Pero, en nuestros días, las tecnologías han logrado extraer información de millones de datos dispersos que, aplicados a una serie de reglas, se convierten en conclusiones eficaces para el negocio.
Gracias a la analítica de datos, hoy es posible orientar una gran compañía global hacia una estrategia centrada en sus clientes, que le permita conocer al cliente en su individualidad, y no como uno más, a la hora de conformar un retrato aproximado o típico. Conocer al cliente concreto, sus hábitos y conductas de consumo permite realizar ofertas personalizadas y diseñar un marketing dirigido de forma más eficaz. Al final, extraer valor de negocio.
Pero la analítica de datos no es solo aplicable al marketing, sino a cualquier otra área de la empresa: producción, riesgos, fraude, recursos humanos, ciberseguridad... Y, por supuesto, a cualquier sector: banca, energía, infraestructuras, sanidad, aviación, deporte... Y hasta se utiliza en programas de ayuda humanitaria a gran escala, como ha reiterado en varias ocasiones el World Economic Forum.
De hecho, lo difícil hoy es encontrar un área o sector donde no se esté aplicando para tomar mejores decisiones, más rápidas, objetivas y efectivas, al poner en mano de los directivos una ingente cantidad de información, no solo datos, y las herramientas de análisis más avanzadas para llegar a nuevas y mejores conclusiones.
La verdadera clave es que las tecnologías permiten ya establecer correlaciones nuevas entre millones de datos, y lo hace con enormes volúmenes de registros y a gran velocidad, como ha demostrado el MIT (Massachussets Institute of Technology) al desarrollar una plataforma de analítica predictiva que da respuestas precisas a cuestiones empresariales en tan solo 15 minutos.
Aplicaciones que servirán, como en el caso de la aerolínea americana, para encontrar una solución pequeña de gran impacto económico, pero también para grandes inversiones o decisiones de transcendencia para la organización. Adelantarse a una potencial bajada de la demanda, o detectar de forma temprana interrupciones no previstas en una línea de producción, a partir del análisis histórico de su actividad, o el impacto que puedan tener nuestras campañas de marketing en la demanda de los clientes, son consecuencia inmediata de su puesta en marcha.
En el universo empresarial actual, el éxito puede radicar en tomar decisiones correctas en el momento adecuado y las tecnologías de Big Data y Analytics son la principal herramienta que pueden utilizar para obtener valor de sus activos y aprovecharlos para ganar inteligencia y tomar decisiones vitales para el negocio. Esa es la clave, la conjugación de dos tecnologías disruptivas que se dan la mano para incrementar el poder de lo que hoy es un activo clave en todo negocio, sus datos.