Los cuadros de mando integrales (CMI) evolucionan al mismo ritmo en que lo hacen las distintas herramientas que componen los proyectos de BI, tales como las relacionadas con la movilidad, el análisis de datos y la visualización de los mismos. Y además lo hacen de un modo más o menos análogo a las demás, incorporando nuevas exigencias como la flexibilidad y el dinamismo, necesidades que también detectamos en los ámbitos del data mining y la mobile intelligence, entre otros.
Hasta el momento, sabíamos que un CMI debía contar con la implicación general y particular de los miembros integrantes de una corporación según sus competencias y ámbitos de actuación dentro de la misma, que debía integrarse completamente en la estrategia corporativa definida con anterioridad y que tenía que contar con unos objetivos claros e identificables que permitieran definir el conjunto de indicadores que servirían para gestionar, evaluar, corregir y ajustar la toma de decisiones y el progreso de la actividad empresarial a los plazos previstos. Sin embargo, el control de los procesos en el sí de una corporación bajo los auspicios de la visión única e integral del negocio proporcionada por los CMI se ha vuelto insuficiente y a veces incluso obsoleta, si no integra a un mismo tiempo la suficiente flexibilidad y se dota con el dinamismo exigido para adaptarse a un mercado en constante transformación.
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