Una de las bondades del cuadro de mando integral, que debe considerarse en su definición, es que esta herramienta hace posible que cada individuo se dé cuenta de la relevancia de todas sus acciones para el conjunto de la compañía en lo relativo a la consecución de sus metas. Por esto mismo, el establecimiento de objetivos, tanto a nivel personal como a nivel de equipo, unido a la necesidad de un consenso se plantean como dos pasos imprescindibles que tendrán necesariamente que apoyarse en una completa política de comunicación que se base en la transparencia y sea capaz de hacer llegar su mensaje a todos los niveles de la forma más clara posible.