La gestión estratégica de cualquier empresa requiere de precisión, objetividad y, por tanto, de mediciones. Quienes buscan alinearse con la visión de la compañía y, sobre todo, quienes se preocupan de que se sustenten los pilares de la razón de ser del negocio, que se encuadran a su vez en el concepto de misión, necesitan apoyarse en una herramienta como el cuadro de mando integral, que va más allá de indicadores demasiado tangibles o de una perspectiva excesivamente táctica.
Para administrar una empresa y encaminarla hacia sus metas, respetando su propio ADN y partiendo precisamente de ahí, de lo que es, hace falta encontrar cuáles son sus objetivos. Porque precisamente, de la madurez en la gestión por objetivos nace la necesidad de alcanzar una visión global más completa, que se forja en el seguimiento de la cultura de empresa que se plasma en esos objetivos generales y su medición a través del cuadro de mando integral.