Buscar el cambio, crear valor para la sociedad, profundizar en el conocimiento de las personas... Social business es un concepto a tener en cuenta, ya desde que Muhammad Yunus, en el Foro Económico Mundial celebrado en Davos en el año 2009 proclamó los siete principios que han de regir esta nueva forma de hacer negocios.

Las organizaciones que se comprometen a este nivel buscan:

Las herramientas de visualización empresariales de última generación permiten acceder al open data para incorporar toda la información que allí se contiene a los proceso analíticos de negocio. Open data es como se conoce a todos los datos que se pueden utilizar, reutilizar y redistribuir libremente por cualquier persona. La única condición es, en algunos casos, la obligación de atribuir los derechos de autor o citar la fuente de origen.

Las características más importantes de open data son tres:

Los KPI marketing son los indicadores que ayudan a medir y monitorizar el rendimiento de las iniciativas de mercadotecnia que se están llevando a cabo. Cuando se han definido correctamente, su observación y análisis permite conocer:

Hablar de estrategia implica hacer mención necesaria a la toma de decisiones. Efectivamente, elaborar un mapa de estrategia es, al fin y al cabo, definir el conjunto de las decisiones que cabe tomar sobre las acciones a emprender para mejorar el posicionamiento de una compañía en el mercado a corto, medio y largo plazo.

Si bien esta primera aproximación al concepto de estrategia puede resultar un poco simple y acelerada, nos sirve para afrontar la misión propuesta para hoy: establecer los 5 pasos básicos y fundamentales a seguir para diseñar el mapa de estrategia de una organización.

Es cierto, pocas organizaciones hoy día pueden permitirse el lujo de permanecer desinformadas acerca de la "actualidad" en Twitter o Facebook. Las decisiones de la empresa hace ya algunos años que están significativamente influenciadas por las pistas que da el social media analytics y es bastante habitual que las compañías dispongan de sus herramientas de análisis que:

• Facilitan una toma de decisiones de la empresa fundamentada en datos objetivos y no en intuiciones, corazonadas u otras subjetividades, algo a lo que los medios de comunicación social pueden resultar muy propensos.

Una vez definida la estrategia corporativa, llega el momento de afrontar un proceso tan crítico y fundamental como su concreción en un mapa de estrategia.

Sin embargo, se debe tener en todo momento muy presente que la importancia de un mapa estratégico para el devenir de cualquier empresa —y en una relación directamente proporcional, la magnitud de los retos que habrá que afrontar— no reside únicamente en un correcto diseño y elaboración del mismo, sino también, y sobre todo, en su implantación y desarrollo óptimos.

El sector de la comunicación es uno de los más favorecidos por los espectaculares avances que la inteligencia empresarial y las herramientas Business Intelligence han experimentado en los últimos tiempos, demostrando una vez más que los entornos BI han desbordado, definitivamente, su ámbito de aplicación originario para establecerse con comodidad allende los márgenes de las finanzas, la industria bancaria y el sector de los seguros.

Hemos visto en anteriores ocasiones de qué modo las herramientas Business Intelligence sirven a sectores diversos con una importancia crítica para el conjunto de la sociedad, a industrias, compañías e instituciones tanto públicas como privadas dedicadas a las actividades más variadas: educación, sanidad, deporte... y los motivos que justifican la adopción de entornos BI en estos casos son los mismos que sirven para explicar su creciente implantación en el sector de la comunicación: la posibilidad de analizar conjuntos de datos cada vez más amplios y diversos, y de hacerlo de un modo rápido y efectivo para obtener conocimiento a partir de las informaciones aportadas por estos datos (cuestiones especialmente críticas en el ámbito de la comunicación) permite cubrir eficientemente buena parte de las necesidades de las empresas del sector.

Debido al auge de las nuevas tecnologías y al acercamiento que el comercio B2C ha propiciado, en este nuevo paradigma tecnológico, entre compañías y consumidores, los clientes exigen una atención cada vez más personalizada por parte de las empresas prestadoras de bienes y servicios.

Esta exigencia, en un mercado constantemente cambiante y altamente voluble, representa uno de los grandes retos a los que las empresas deben hacer frente si desean mantener su nivel de competitividad y, al mismo tiempo, ser también capaces de aprovechar todas las oportunidades de negocio que les brinda la globalización de los mercados y el acercamiento a su público objetivo (propiciado, como decíamos, por la evolución de las nuevas herramientas de comunicación). Entre estas oportunidades, y de un modo destacado, figuran los nuevos modos de conseguir la lealtad del cliente o consumidor.

El sentiment analysis no se basa en la investigación de hechos objetivos sino que se centra en subjetividades. El mundo de los sentimientos se examina, buscando aumentar el conocimiento sobre clientes y usuarios, a través de sus actitudes y costumbres, opiniones y emociones.

Lo bueno y lo malo, lo que gusta y lo que no, el estar a favor o en contra son formas de entender la realidad que expresan una información a la que es posible acceder mediante estudios estadísticos y probabilísticos de minería de opinión, que es el área de la extracción de datos encargada de este ámbito en particular.

Es un error frecuente creer que una estrategia de marketing basada en la competitividad del precio del producto o el servicio ofrecido se puede diseñar, desarrollar y evaluar tomando los objetivos de venta como indicadores exclusivos de su desempeño. Una confusión en la que caen las empresas que, pensando en el precio como un sinónimo de valor, creen que apostando por estrategias de precio simplifican, objetivan y clarifican sus procesos.

El precio jamás debería ser tomado como un equivalente del valor de un bien o servicio; aunque a veces pueda ser un buen indicador, en el establecimiento del precio entran en juego muchas otras consideraciones además del valor del servicio o el producto ofertado.